Capítulo 12

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Naruto debía admitir que la ley de atracción muchas veces lo perturbaba.

De tanto pensar en Jung Yerin la pelinegra se le había aparecido más de una vez en frente, permitiéndole al rubio analizarla, cosa que no fué para nada normal para la chica que parecía querer desmayarse ante su presencia.

El rubio parecía tener un breve tambaleo al ver que la pelinegra más de una vez estuvo a medio metro de distancia de Sasuke por puras casualidades, como por ejemplo a la hora de retirar comida, o en los patios del campus en donde por cierto ella hacía deporte, pero al parecer el pelinegro no estaba ni de cerca enterado que la chica que le "podía llegar a gustar" se topaba tanto con el.

Y hablando de Sasuke.

Éste lo evitaba a toda costa.

Después de una linda tarde juntos, gracias a la caida que provocó que ambos tuvieran un roce bastante extraño, el pelinegro pareció sufrir un ataque de pánico mientras Sakura lo echaba sutilmente de la habitación.

—No me hablará jamás.

—¿Quién? —Preguntó Hinata mientras cambiaba sus anillos de la mañana por los del medio día, debido a que quería evitar que se estropearan por la diferencia de temperatura.

—Sasuke, siento que acabo de traumarlo de por vida.

—Lo hiciste.

Un bufido salió de sus labios, pero como siempre herida nunca derrotada, se levantó de su lugar para por fin acercarse y hablarle.

Pero Sasuke como muchas veces en ese día, tomó sus cosas rápidamente y corrió lejos del comedor.

—¡Ahg! Que inmaduro, por dios... ¡tenemos veinte años!.

—Naruto.

—¿¡Que?! —Gritó.

—¡No me grites!.

—¡No estoy gritando!—Negó, gritando.

Hinata alzó una ceja y Naruto se desplomó en su lugar mientras escondía su rostro entre sus brazos.—Lo siento, Jin.

—Tranquilo, por lo que veo la indiferencia de Sasuke te altera más de lo que pensé —Alzó sus hombros e hizo una mueca viendo el estado de su amigo.

—Naruto, ¿qué te sucede con el?.

—¿Eh? Nada.

—¿Me crees tonto? Estás siendo un caprichoso porque no te saluda ni habla.— se rió y de un momento a otro se calló.—¡Te gusta!.

—¿¡Qué?! ¡No! ¡Claro que no!.

—¡Claro que si! Pero... ¿por qué? ¿Qué te gusta de el?.

—No me gusta, Hina .—rodó los ojos rompiendo una servilleta en muchos pedazos.—Y si me gustara podría ser por las muchas cosas buenas que tiene.

—¿Ah si? ¿Cómo cuáles? —alzó una ceja curioso.

—Pues... es muy inteligente y aunque no lo parezca bastante atento, habla sobre datos interesantes y tiene un buen sentido del humor... sumando que a mi parecer no es un chico feo.— mordisqueó levemente su labio con la vista fija en el aire.—Es alto, su cabello parece muy suave y sus manos son grandes... y su sonrisa es... ¡Auch! ¿¡Qué te pasa?!.

—¡Y te atreves a decirme que no te gusta!.

—No me gusta — se levantó tomando su bolso.—Mis clases terminaron, adiós.

—Adiós, perra loca —bufó tomando su bolso y las llaves de su auto.

— Recuerda buscar tu libro de filosofía.

—Cierto, adiós.

Naruto caminó por los pasillos sintiendo sus pies doler debido a las botas cerradas blancas con diez centímetros de altura, algo bastante ostentoso y que se arrepentía de haberse puesto después de recordar que tenía cinco horas de clases.

Pero bueno, Glamour primero quejas después.

Sostuvo su celular mientras ignoraba la cantidad de mensajes que le llegaban por parte de sus padres. No es que tuviera una mala relación con ellos, pero como era temporada de entrada a otoño era muy probable que lo estuvieran tratando de contactar para algún desfile de alguna nueva línea de ropa, cosa que no le molestaría si no fuera que ese en principal no era su día favorito, su humor estaba por el suelo.

Naruto debía admitir que su mala fama no era por ser millonario, le costó bastante llegar a ser una persona "humilde" y a tratar a todos como lo que eran, personas.

Sus padres y abuelo desde pequeño le habían enseñado que no había nadie más importante que el, sus gustos se veían reflejado en eso al igual que su antigua actitud.

Recordaba que cerca de sus quince años era un divo sin sentimientos ni remordimiento, se había hasta burlado de personas que en su vida le habían hecho algún mal, pero bueno, en ese momento al ser pequeño su único método de defensa era la palabra, por lo cual en medio de algún pleito su única forma de defenderse era tirando un diccionario de malas palabras y sinónimos de inferioridad hacia la otra persona.

Pero ya no, ahora era un adulto jóven que estaba lo suficientemente ocupado como para perder su tiempo en personas que ni siquiera lo conocían.

Pero la fama no se iba por allí, caminando en el centro de los pasillos, se lo recordó.

Nadie se interponía, nadie le hablaba.

Pero al mismo tiempo, nadie le sacaba los ojos de encima.

Un día a día sin dudas.

Las excepciones existían, claro, en ese momento, en medio del pasillo por el cual Naruto Uzumaki caminaba como si estuviera en una pasarela de Victoria Secret, notó a un chico pelinegro acuclillado mientras recogía lo que parecían ser sus libros y algunos lápices.

El rubio mordió su labio notando que Sasuke era totalmente ajeno a su presencia, dudó en acercarse y ayudarlo, y ésto debido a que el pelinegro lo estaba ignorando desde hacía un día.Pero hizo lo que quiso, como siempre.

Sasuke por su parte estaba muy concentrado en levantar los libros que Justin había volteado de sus manos "accidentalmente".

Su respiración se cortó y frenó sus acciones cuando a una corta distancia notó unas botas blancas que solo podían pertenecerle a una persona, ya que era la única de esa universidad que podría comprarlas.

—Te ayudo.

Éste no pudo articular palabra alguna cuando el rubio se agachó hasta su altura para empezar a apilar algunos libros y acomodar bien los lápices que se le habían caído.

—Na-Naruto.

—¿Si? — preguntó sonriendo el nombrado tratando de ocultar la pequeña emoción en su pecho.

—Yo... puedo solo.

—I know, Sasu, déjame ayudarte.

Cuando ambos se pararon al mismo tiempo, Sasuke enrojeció al notar como Naruto le daba sus libros y le sonreía, con su encantadora sonrisa y bonito rostro.

Por dios, qué dices Sasuke.

—No te molesto más, Sasuke, nos vemos por ahí.

El pelinegro entró en pánico y acomodó sus gafas rápidamente para tomar torpemente la manga de la camisa fina que llevaba el rubio ese día.

—T-tu... olvidaste tus gafas en mi  habitación ayer.

Y todos a su alrededor jadearon, demostrando como medio pasillo había estado al tanto de la interacción de ambos.

—Estúpidos.—masculló bajo.

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𝐸𝓋𝑒𝓇𝓎𝓉𝒽𝒾𝓃𝑔 𝒾𝓈 𝓅𝒾𝓃𝓀 $ 𝒮𝒶𝓈𝓊𝓃𝒶𝓇𝓊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora