010. ¿Quieres que insista?

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—¿Crees que sigue viva? —preguntó Soap, parecía preocupado.

—Claro que sí —respondió Ghost—, para ella esto no es nada, estoy seguro.

Me removí incómoda en el asiento, todavía no habíamos llegado al refugio del que nos habló Alejandro. No podía volver a dormirme, así que abrí los ojos paulatinamente y después miré a Soap.

—¿Cuánto tiempo he dormido? —pregunté frotándome los ojos.

—Unos veinte minutos —respondió él, yo asentí. Fijé mi vista en la carretera y suspiré, no debía quedar mucho. Miré mi brazo, la herida estaba bastante mal. Agarré el cuchillo de Ghost y corté un pedazo de mi pantalón, envolví mi herida en él e hice un nudo. El ambiente era un poco incómodo, ninguno sabía qué decir tras los acontecimientos.

—¡Mierda! —exclamé una vez me di cuenta de que mi portátil estaba en la base de Alejandro.

—¿Pasa algo, Lluny? —me preguntó Soap, yo fruncí el ceño.

—Mi portátil, está en la base de Alejandro —respondí.

—Como todas nuestras cosas —comentó Ghost.

—Mierda, no puedo comunicarme con el Ministerio de otra manera —susurré.

—Tranquila, cuando les venzcamos, lo tendrás de vuelta —me dijo John, yo dejé escapar una carcajada, ojalá fuera tan fácil.

Ghost detuvo el vehículo delante del refugio, Soap le miró extrañado y bajó del coche, yo salí tras él. Dimos un par de pasos, yo inspeccioné la zona.

—¿Dónde estamos? —preguntó John.

—En el refugio de Alejandro —respondí con la mano en el cuchillo de Ghost—, nos dio la ubicación por si acaso.

—¿Por qué no me la dio a mí? —cuestionó el Sargento.

—No tenías por qué saberlo —contestó Simon.

—¿Y si necesitaba saberlo?

—Shhh. —Ghost le mandó a callar, yo sonreí, era reconfortante tenerlos a mi lado. Nos agachamos cerca de la entrada e inspeccionamos el suelo, Alejandro había puesto varias trampas, la placa de presión frente a la puerta era solo una de ellas. —Iremos por ahí. —Miró a una ventana.

—Yo primero —susurré para después entrar en la casa. Una vez dentro, agarré la M4 y repasé la zona. Alguien me estaba apuntando con el láser de un arma—. ¡No!

—¡Quieto! —exclamó Ghost desde la ventana, seguidamente lanzó uno de sus cuchillos al marco de la puerta, asustando al hombre.

—¿Quién está ahí? —preguntó Rodolfo.

—¡Nosotros! ¡Ghost, Lluny y Soap! —exclamé.

—¿Estáis vivos? —nos preguntó el mejicano.

—Afirmativo —contestó Ghost. Rodolfo agarró su cuchillo y se lo devolvió.

—Qué bueno verlos, amigos.

—Lo mismo digo —susurró Soap.

—¿Dónde estaban? —preguntó el mejicano.

—Huyendo —respondió el Teniente.

—Bueno, era yo la que huía, ellos me esperaron —especifiqué yo.

—Lo normal, ¿no? —cuestionó Rodolfo. Quizás pensaba de esa manera porque jamás había sido abandonado por su escuadrón o Alejandro, pero la realidad era muy diferente.

—No —dije yo.

—Claro que sí —contestó el Teniente, Soap asintió ante sus palabras, yo fruncí el ceño—. Somos un equipo, todos nosotros. Esto ha pasado bajo nuestro mando, y necesitaremos ayuda. Nadie lucha en solitario. —Yo asentí.

consume | simon "ghost" rileyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora