Capítulo: 9

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Justin Skye- collie

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—No, Aby no ya no quiero— mi amiga esta haciendo un berrinche.

Otra vez.

Las personas a nuestro alrededor nos miran como si estuviéramos desnudas, genial.

—Te pregunté antes de salir, ahora muévete — agarro su brazo, la intento llevar adentro del lugar.

—¿y si me duele? —pregunta miedosa, ruedo los ojos y nos adentramos.

¿Donde estamos? Decedimos venir a un sitio de perforación y cosas así, By se apuntó pero luego comenzó a lloriquear.

—Hola ¿en que las puedo ayudar? — una voz nada agradable habla.

Un chico de estatura media, donde lo vieras tiene tatuajes, al menos cinco perforación en todo su rostro, sus orejas eran enormes agujeros, ojos color negro que nos detalló sin disimulo alguno, desagradable.

— Queremos una perforación—es lo único que digo.

Las perforaciónes de mis orejas fueron hechas por mi mamá, así que nunca había visitado sitios así.

—Claro preciosa, ¿cuántas? — pregunta, debería de comentar que está sin camisa.

—Uno cada una — habla rápido Byna.

El chico sonrío, le da una repasada con la mirada y pasa su lengua por sus labios, que cringe.

Me va a dar algo.

—¿En que zona? — se toca los labios de una forma extraña.

Si es que esta intentando coquetear déjenme decir que eso no esta funcionando.

—En mi labio—respondo y le señala el lado derecho.

—¿A ti hermosa? — habla el chico, ruedo mis ojos y el chico se pone serio.

Por fin.

—En mi nariz—responde y señala el lado izquierdo de su nariz.

—Esperen un momento, ya casi las atendemos—argumento es notable su incomodidad y desaparece por una puerta.

—Lo que me pase va a ser tu culpa— me señala de forma acusatoria.

—No te he obligado a nada—la enfrento.

—Pasen—el chico avisó y lo seguimos.

(...)

—.¡Me encanta! — grita mi amiga.

—Te dije que te gustaría —le reprocho ya que me culpo todo el tiempo.

—Perdón, eres la mejor—me abraza efusivamente y besa mi mejilla.

Me quedo quieta.

—Lo sé —hablo y tiro mi cabello hacia a tras en forma de diva.

—¿Podrías ser menos egocéntrica? — coloca sus manos en sus caderas.

—No— saco mi teléfono, tengo la dirección de una cafetería que necesitan a dos chicas, caminamos, al menos ocho minutos.

—¿Ya llegamos? Di que si, estoy que me muero— exclama y se cuelga de mi cuerpo.

—Creo que si— levanto mi vista.

En letra cursiva a lo alto de la cafetería un cartel, forever Coffe's, si les gusta el cafe, ya entendí, por fuera el lugar es grande, la partes de enfrente
todo es de vidrio, así que se puede ver todo desde afuera, hay muchas personas.

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