Capítulo: 6

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Love me later- Natasha Mosley

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¿Quién podría estar feliz lejos de su familia? Yo. ¿Por qué? No tengo la menor idea, nunca he sido la persona más cariñosa del mundo, no me gustan las muestras de afecto, lo he intentado y termino sintiendome como una tonta, no me gusta que me toquen sin mi consentimiento.

He intentado saber porque soy así, quise contárselo a mis padres, una vez lo intente y casi tienen un ataque, así que decidí guardarlo solo para mi.

—Mi amor te amo —. Expresó mamá en lágrimas, teníamos varios minutos en esto y la verdad era desalentador.

—Adios, yo también —. Respondí, en interior del auto ya se encontraba Byna.

Heche un último vistazo a mis padres, mi padre se encontraba abrazando a mamá mientras ella lloraba en su pecho. Sentí una pequeña punzada de dolor en mi pecho.

El auto comenzó a avanzar, mi vista se nubló y un nudo en mi garganta se formó, salí de mi trance cuando mi amiga tomó mis manos, me sonrío he intente devolversela pero mis labios se curvaron hacia bajo.

En todo el trayecto ninguna dijo nada, lo preferí así, era más fácil, pasó volando ya que en alguna parte del recorrido me dormí.

Mi sueño es pesado pero cuando me encuentro en un lugar que no es mi cama me despierto con facilidad, al notar el auto detenerse abrí mis ojos y mirar a mi alrededor, nos detuvimos en un semaforo, el lugar era lindo, en la cera había muchos árboles y naturaleza, se mira que cuidan el ambiente, las cosas son grandes y lujosas.

Miro mi teléfono y sorpresa son las once de la mañana, dormí cinco horas, supongo que el auto que nos trajo hacia acá, no es un taxi al menos no cualquiera, ya que uno cualquiera no manejaría tantas horas si una cantidad considerable de dinero, una duda más.

—Ey, despierta ya estamos llegando—. Muevo el hombro de mi amiga que está dormida en una posición no tan cómoda.

—¿Qué pasa, ya llegamos? —. Habla desorientada con los ojos cerrados.

Veo la ventana ya que comienza a bajar por ella lluvia, veo como la lluvia golpea con violencia el vidrio y las pocas personas desaparecen de las calles, unos cuantos autos siguen su camino.

—Oiga, disculpe ¿cuanto falta? —. Le pregunto al chófer que es un señor de unos cincuenta años vestido de traje.

—Solo diez minutos señorita—. Responde.

Asiento, hay que admitir la ciudad por así decirlo, es muy linda, limpia y ordenada, es una maravilla, una sonrisa se extiende por mis labios, esto es emocionante.
Nunca había viajado, ni siquiera salido de mi ciudad toda mi vida a sido de la escuela ahora colegio a la casa, tengo tantas ilusiones de conocer el mar.

Cada minuto se me hacen eternos, veo todo el tiempo por la ventana, no me importa que me vean como una niña pequeña.

El auto se detiene, las cosas son hermosas están pintadas de colores claros, tengo el impulso de preguntarle que por casualidad no sabe que casa es pero un señor camina hacia nuestra dirección.

El chófer abre la puerta de Byna, voy a abrir la mía pero el señor se adelanta.

—Gracias —. Murmuro.

—Son Byna y Aby—. Argumenta el señor, más que una pregunta es una afirmación.

Las dos a sentimos, el extiende su mano a mi dirección y luego a la de mi amiga con un apretón de manos.

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