Capítulo: 17

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My oh my— Camilla Cabello

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—Tengo todo, vamos— cuelgo mi bolso en mi espalda y salgo de la casa.

Iván y Paola nos invitaron a un trabajo comunal, se trata de un viejo terreno, no era habitado hace más de quince años, acepte enseguida, hoy es sábado y necesito mantenerme ocupado, sus ojos azules llegan a mi mente.

Mi amiga no quiere ir, porque según ella es sucio y no se que cosas más, son las dos de la tarde y hoy es unos de los pocos días que el sol caliente este frío sitio, los árboles y la neblina hace que se vea triste y tétrico, es todo lo contrario poco a poco e logrado adaptarme, en unos días cumplimos un mes de vivir aquí.

Al estar afuera el frío viento me da en el rostro, sonrío y cierro mis ojos, hace sol y frío a la vez.

—Vamos que después me arrepiento— habla y camina a la calle.

Niego.

—Vamos chicas, los demás nos esperan— habla Paola, su cabello es un desorden total pero sonríe alegre.

—¿Vamos caminando? — pregunta Byna, se le nota lo malhumorada que está.

—Si no te preocupes no esta lejos— le responde Paola sonriente, me mira y hace un gesto de confusión.

Caminamos unos minutos y llegamos a una entrada, se encuentra en esta un grupo de adolescentes de catorce a dieciséis años, muy peculiares todos, sus estilos son tan diferentes que parece raro verlos juntos y que convivan tan bien.

—¡Hola!, chicos ella son Aby Byna, se unirán hoy, espero las reciban super bien— Habla Paola.

—¡Hola! — gritan todos, levanto mi mano en forma de saludo, miro a varios adolescentes sonreír nerviosos y bajar su mirada, oh no.

—Hola chicas— se acerca Iván. — Vamos—nos guía al grupo, el se coloca al frente, el nos va guiándo, nos quedamos al final.

—Oye— me pellizca Byna.

—¿Qué pasa? — me masajeo el brazo.

—Viste que siempre estamos rodeados, de árboles bosque. — comenta, miro mi alrededor, el clima cambio, parece que son las seis de la tarde, el frío golpea mis brazos, la fina tela de mi abrigo es traspasada.

—Debe ser por toda las criaturas que hay aquí— respondo.

Solo el sonido de nuestro pies, es lo que se escucha, el viento movimiento los árboles y el canto de las aves, miro mis manos, el abrigo es lo suficiente largo para cubrir mis manos.

—¿Qué pasaría si habláramos de todo lo que pasa aquí? — pregunto y un escalofrío pasa por mi cuerpo.

—Primero, se necesitan pruebas, segundo, estoy segura que si lo intentamos vamos a terminar bajo tierra, así que es mejor mantener la boca cerrada— hablo.

Mi amiga asiente y no vuelve hablar.
Una casa aparece frente a nuestros ojos, tiene una cerca de madera, se ve algo deteriorada, la cerca y la casa por fuera es blanca, es de dos pisos, las dos ventanas que dan hacia nosotros están abiertas, las cortinas se mueven por el viento.

—Manos a la obra chicos, a lo que venimos —los chicos se separan en grupos de cinco, la casa por dentro no hay nada en especial, los muebles están cubiertos por una sabana blanco, huele a húmedo y polvo, hay telarañas, subo al segundo piso.

Hay dos cuartos, están vacíos, dos cajas están en una esquina, dejo mi bolso en un clavo y bajo, agarro una escoba y subo, limpio el techo y las paredes, luego el piso, abro las cajas, unos envases pequeños de vidrio es lo primero que veo, también figuras de cerámica, limpio todo con trapo, tomo un envase y un niño de cerámica entre mis mano, lo veo atenta, los ojos del niño pareciera que tienen vida, un mareo me hace caer de rodillas, el dolor del impacto me hace reaccionar pero todo se vuelve negro.

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