Twenty-three

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Alex reprimió un grito en el momento en que unos brazos le rodearon por detrás. 

- ¿Qué tenemos aquí? - preguntó la voz áspera del hombre que le había capturado - Un pequeño soplón, ¿De dónde es que saliste? - el hombre hablaba en voz baja para no alertar a más compañeros, aún así, uno más entró al establo. 

- ¿Qué pasa? - preguntó el recién llegado.

- Encontré a este pequeño niño - eso si lo hizo enojar. 

- ¡No soy un niño! - replicó con la voz más gruesa que le salió.

- ¡Ja! - se burló el que no lo sujetaba - ¿Qué te parece? Un hombrecito - estas personas comenzaban a fastidiar a Alex. 

- ¿Por qué no nos dices que haces aquí y quién te envió? - habló el que aún no lo soltaba. 

- Solo estaba pasando por aquí - mintió - Vi el campamento y pensé... - 

- ¿En saquearnos? - 

- No pueden culparme, saben lo difícil que es sobrevivir siendo pecadores - replicó. Los hombres se dedicaron una mirada. 

- No me lo puedo tomar en serio con esa cosa en la cabeza - dijo uno.

- Pues quítasela - respondió el otro. 

- ¡No! - hasta entontes, Alex empezó a forcejear. 

- Necesitamos saber tu identidad, pequeña ratita - le dijo el hombre que no lo sujetaba a la vez que se acercaba a él para quitarle el casco. 

- Hablo en serio, no lo... - Alex no pudo terminar la frase, él hombre que lo tenía capturado alzó una de sus manos, colándola por debajo del casco y cubriendo su boca. 

- Basta ya, despertarás a todos - Alex siguió forcejeando sin poder hacer mucho hasta que el otro le retiró el casco por completo. 

Cerró los ojos con fuerza, pero ni siquiera eso podía contrarrestar los efectos de la maldición, ya lo había intentado antes. 

- Oh mi... - escuchó decir al hombre frente a él - Ya basta, le haces daño - regañó a su compañero a la vez que lo arrancaba de sus brazos, atrayéndolo a su propio pecho, protector. 

- ¿Y a ti qué mierda te pasa ahora? - le preguntó el otro. Quizá podía aprovecharse de la situación.

- ¿Estas bien? - ignoró totalmente el comentario del sujeto y se concentró en él - ¿Quieres que te traiga un poco de agua? - Alex se sintió incómodo. Había aprendido a odiar los efectos de su maldición. 

- Pete, ya basta, ¿Qué estás...? - el tipo tomó a Alex por el hombro con intención de apartarlo de su colega y averiguar que mosco le había picado, mirándolo de frente también. 

- Lo que me faltaba - refunfuñó al ver el cambio en su mirada. En la de ambos.

 Alex le arrancó el casco de las manos a Pete y se lo colocó nuevamente, pero ya era tarde, el efecto no desaparecía. 

- Hey, ¿Qué haces? - le habló el otro tipo, el que no era Pete - Un rostro tan bello como el tuyo no merece ser ocultado de esa manera - Alex rodó los ojos. 

- Olvídalo Lex, yo lo vi primero - aquí íbamos de nuevo. 

¿Cuántas veces no había tenido que presenciar peleas entre dos o más personas por causa suya? En el mundo idílico de Dios, éste les hubiese ayudado a deshacer los efectos de la maldición para restaurar la paz. Pero este era un bosque alejado de la mano de Dios, por lo cual estos hombres se matarían en busca de obtener su atención. 

Maldición //FARGEXBY//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora