Five

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- Por cierto, ¿Sabes dónde está Mangel? - preguntó Fargan luego de un buen rato en el que Rubius y él solo habían continuado con la construcción de su hogar. El cual ya casi estaba terminado, por cierto - Hace casi un mes que llegue y no lo he visto desde que nos presentaron - se limpió el sudor de la frente. 

- Está en casa, como siempre - respondió el oso, restándole importancia. 

- ¿No sale de su casa? - cuestionó. Rubius negó con la cabeza - ¿Por qué? - Rub torció el gesto. 

- No es que no le guste socializar, pero no le gusta mucho salir por... Bueno, por miedo - Fargan ladeó la cabeza. 

- ¿Miedo? - al ver la incomodidad del oso lo entendió - Oh, ¿Es por su maldición? - asintió. 

- Como dijo Willy, algunos explotamos nuestra maldición mientras que otros prefieren reprimirla. La maldición de Mangel es como la de Willy, es una maldición física* - explicó - Teme hacerle daño a otras personas por su don, así que prefiere aislarse - no parecía feliz al contar aquello.

- ¿Lastimó a alguien en el pasado? - quizá estaba siendo muy entrometido, pero la curiosidad lo mataba siempre que se trataba de maldiciones.

- La maldición de Mangel es complicada - suspiró - A él no le gusta hablar de ello personalmente, pero si prometes que no cambiará nada la siguiente vez que lo veas, no tendrá problema con que te lo explique - 

- Lo prometo - aseguró. 

- El pecado de Mahe es la gula, por eso su maldición gira alrededor de la comida. Si se excede con ella se transforma en una bestia, una especie de zombi cuyo único objetivo es devorar todo a su paso. - contó - Ya pasó una vez. Lo contuvimos a tiempo, pero eso no impidió que destrozase una parte del pueblo, muchos habitantes le temen desde entonces - Fargan escuchó la historia, asombrado. 

- ¿Hirió a alguien? - 

- No, pero teme hacerlo alguna vez - respondió - Lleva una dieta muy estricta actualmente y yo me encargo de llevarle algunos alimentos, también le hago compañía por las mañanas - dijo orgulloso - Puedes pensar que es muy triste que este solo y aislado, pero no te sientas mal por él. Aunque no lo creas, hay personas que se sienten más cómodas en soledad - no lo entendía, él pasó bastante tiempo solo y fue muy deprimente, pero Rubius estaba en lo cierto, no podía hablar por el resto - Incluso a veces pienso que lo molesto con mis visitas - Rubius sonrió nuevamente.

- No pensé que tu y él fueran tan cercanos. Se veía más apegado a Lolito - admitió.

- Pff, hasta crees - se burló - Mahe y yo nos conocemos desde mucho antes que llegara Lolito - presumió - Aunque no puedo negar que si se volvieron muy cercanos - 

- Háblame un poco de Lolito - pidió.

- ¿Y tu de qué vas? - una voz tercera los interrumpió haciendo al moreno girar inmediatamente - Preguntando a los demás de maldiciones ajenas, ten huevos y pregúntamelo a la cara - Lolito permanecía recargado en una pared, parecía molesto.

- Lo lamento - se disculpó Fargan - Vegetta me advirtió de hacer esa pregunta, no quería que te molestaras - se justificó. 

- Me molesta más que vayas por ahí preguntando a los demás por mí - reprochó. - ¿Qué quieres saber? - el búho lo miró nuevamente, esperanzado. La mueca irritada del alcalde había sido reemplazada por una sonrisa confiada. 

- ¿Qué tipo de maldición tienes? - ya que le daba la confianza...

- Mental, es todo lo que te diré - se paró derecho, dispuesto a irse - Ah y... - lo miró de reojo por última vez - No hagas caso a los rumores que hay de mí por ahí - le giñó el ojo y desapareció tan misteriosamente como había aparecido.

Maldición //FARGEXBY//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora