Twenty-Seven

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Alex no se consideraba una persona psicópata. 

Que si, que normalmente actuaba como una persona repelente para alejar a la mayor cantidad de gente posible, para que nadie lo considerara lo suficientemente interesante. 

Pero eso no significaba que le deseara mal a nadie. Al menos no como cierto integrante con mucho poder y muchos secretos. 

Y es por eso que le asustaba tanto la idea que se le pasaba por la cabeza.

Porque sí, había pensado en muchas cosas, pero la que más le había dado vueltas era la de hablar con Lolito y llegar a un acuerdo para desaparecer a la doncella. 

En cuanto la idea pasaba por su cabeza, rápidamente la sacudía y desechaba el pensamiento tan rápido como había llegado. 

No sería capaz de hacerle daño a Dulce, ya fuera de manera directa o indirecta, no podría vivir con eso en su conciencia, sin importar nada.  

Tenía que encontrar otra manera, una que no involucrara hacerle daño físico... Tal vez si pudiera hablar con ella. 

Alex no había visto a Fargan en todo el día. Según tenía entendido se había ido de pesca con Willy, así que no se pasaría por su casa por un rato. 

Así que él lo hizo. Fue camino a la casa de Fargan y antes de tocar la puerta siquiera ya percibía ese empalagoso y molesto aroma. Llamó a la puerta, no hubo respuesta. 

- Dulce - llamó a la chica desde el exterior - Soy yo, soy Alex - sabía que lo escuchaba - Necesito hablar contigo - esperó unos segundos. Largos segundos.

Por un momento creyó que no le abriría, debatía entre si insistir o irse, pero realmente quería hablar con ella. Entonces la puerta se abrió apenas lo suficiente para que la muchacha asomara la cabeza. 

- ¿Qué haces aquí? - preguntó la chica sin malicia. 

- Te lo dije, quiero hablarte de algo - Dulce pareció dudar, pero Alex no la visitaba con frecuencia para hablar de algo que no fuera relevante, así que se hizo a un lado y abrió la puerta para dejarlo pasar. 

- Gracias - suspiró casi aliviado de que la doncella lo dejara pasar. 

Caminaron en silencio hasta el salón para luego sentarse en el sofá, uno en cada extremo de éste. 

- ¿Qué es tan importante como para que vengas aquí? - preguntó Dulce ladeando la cabeza. 

- Yo... Bueno, esto es muy importante y voy a tratar de ser rápido y directo - no quería que Fargan lo atrapara estando ahí. Dulce lo miraba con atención - Mi maldición funciona de manera extraña, y se que te dije que no podía enamorarme, pero la verdad es que existe una excepción, pero con esta excepción mi maldición no funciona - lo dijo lo más rápido que había podido y ahora temía que la muchacha no hubiera entendido nada. 

- Entonces... - por suerte ella era de entendimiento rápido - ¿Estas enamorado de alguien que... No se enamoraría de ti si usaras tu maldición? - Alex volvió a suspirar. 

- Si, básicamente - dejó caer la cabeza, rendido. 

- ¿Y eso que tiene que ver conmigo? - bueno, aquí venía la parte aterradora de la conversación. 

- Bueno yo... - tomó aire antes de continuar - Lo que pasa es que... Esa persona de la que me enamoré es... - no pensó que le sería tan difícil decirlo en voz alta. 

- Espera, no estarás diciendo lo que creo que estás diciendo ¿Verdad? - Alex se cubría la cara con las manos, a pesar de que el casco ya le hacía ese favor. 

Maldición //FARGEXBY//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora