Seventeen

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- ¿Qué? - logró preguntar Vegetta luego de varios segundos de consternado silencio.

- Pues eso - aseguró - No me harán cirugía - sonrió con orgullo.

- ¿Te puedo preguntar una cosa? - habló Willy con aparente calma. Alex asintió - ¡¿Te volviste loco acaso?! - gritó levantando las manos tan repentinamente que Vegetta dio un salto de sorpresa.

- Al contrario, me parece que nunca antes había estado tan seguro de algo - alegó.

- Alex, espera - interrumpió Vegetta - creo que no entiendes lo que estás diciendo - trató de razonar.

- Lo entiendo perfectamente - insistió.

- ¿No entiendes que si no hacemos esto te vas a morir? - Willy parecía estar al borde de un ataque.

Alex suspiró.

- Lo entiendo - esta vez parecía más sereno y hasta cierto punto resignado - Creo que son ustedes los que no lo entienden -

- En efecto, no entendemos porque ahora resulta que tienes impulsos suicidas - acusó Vegetta.

- No... - aguardó la respiración un segundo - No es que quiera morir - Habló con un hilo de voz - Pero ya no se cuanto tiempo más voy a soportar vivir de esa manera - desvió la mirada.

- ¿De qué manera? - indagó el ojimorado.

- Sin poder sentir - una sola frase dejó muda a la pareja frente a él, sin saber que decir. Suspiró nuevamente, buscando fuerza para seguir hablando - No tienen idea de lo jodidamente insoportable que resulta no poder... No poder amar -

Estaba un tanto avergonzado de sus propias palabras, pero necesitaba dejarle claro a sus amigos cual era su sentir.

- He pasado prácticamente la vida entera, incluso antes de obtener mi maldición, atrayendo a miles de personas sin poder corresponderle a nadie - apretó los puños - ¿Tienen siquiera una mínima idea de lo que es estar rodeado de amor y no poder sentirlo? ¡Esa mierda está por todas partes! - Vegetta reprimió su impulso por corregirlo - Libros, películas, en el puto aire -

- La boca - no lo pudo evitar.

- ¡Lo odio! - ignoró el comentario - Odio a los escritores por hacerlo sonar como lo más hermoso de la vida, odio a los productores de televisión por reflejarlo de manera tan atrayente, odio a las personas que aman, odio a los que sufren por amor, ¡Odio el amor! ¡Los odio a todos! - terminó desquitando con tanta rabia que su respiración se volvió errática - Los odio y los envidio tanto que ya no lo soporto -

Concluyó su discurso dejando mudos nuevamente a sus amigos. Y es que ninguno de los dos sabía que decir.

A Vegetta le parecía todo tan ajeno que le costaba empatizar con la situación. En su estupidez había creído que a Alex no le molestaba no sentir nada, al contrario, que le facilitaba las cosas. Se le hacía tan extraño y a la vez maravilloso que no fuese capaz de enamorarse ni sentir nada por nadie, pero no lograba imaginárselo ni en lo más mínimo.

Willy, por otro lado, tampoco acababa de entenderlo porque su pensar seguía creyendo que no había nada peor que la muerte.

- Pero... - volvió a romper el silencio - Por primera vez no lo odio - su cuerpo entero se destensó - Por primera vez puedo sentir eso con lo que solo había podido soñar - se llevó la mano al pecho - Y duele... Joder si duele - sonrió - Duele, pero se siente tan bien que... - encajó su llorosa mirada en los ojos de Vegetta antes de pasarlos a los de Willy - Prefiero morir de amor, que vivir un solo segundo más sin él -

Más silencio. Cada uno ensimismado.

- Sigo pensando que estás loco - Willy fue quien rompió el silencio esta vez - ¿Qué piensas hacer entonces? ¿Solo agonizar hasta la muerte? - preguntó con cierta crueldad. Alex sacudió la cabeza.

- Nunca dije que me rendiría tan fácil - volvió a sonreír. - Voy a tratar de enamorarlo de vuelta - declaró con total determinación. Vegetta sonrió.

- Será mejor que te des prisa - le sugirió - Fargan pasa cada vez más tiempo en la mina buscando diamantes - señaló - No es que quiera alterarte, pero con lo pillado que está por esa doncella, no me sorprendería que esté planeando hacerle un anillo de compromiso - la cara de Alex se descompuso totalmente.

- ¿Qué? - fue lo único que pudo susurrar antes de que comenzara el ataque de tos.

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.

.

El ataque de Alex en casa de Vegetta no había resultado tan mal como esperaba. Tan solo un pequeño susto para sus amigos, unos cuantos pétalos por el suelo y un ligero dolor en sus vías respiratorias, pero inmediatamente después de recuperarse había puesto en marcha su plan.

Necesitaba desviar la atención de Fargan hacia aquella doncella para fijarla en él. ¿Y qué mejor manera que pasando más tiempo con el moreno?

Así que ahora estaba de camino a su casa, a paso determinado y con las mariposas revoloteándole por todo el estómago.

Apenas llegó fue directo a la puerta y tocó el timbre. No pasaron más de 30 segundos hasta que la puerta se abrió, dejando ver al híbrido de búho que tantos suspiros le robaba.

Sin embargo, Alex fue lo último en lo que se fijo esta vez. Y es que apenas se abrió la puerta un dulce, casi empalagoso, aroma se coló por sus fosas nasales. Fue tan fuerte que sus ojos se abrieron en sobremanera y tuvo que reprimir el impulso de llevarse las manos a la cara para cubrir su nariz.

- Alex, que sorpresa - habló su alegre compañero - ¿Pasa algo? - se preocupó de repente.

- ¿Que? Eh... - dejó de prestarle atención, intrigado por aquella fragancia - No, nada malo - aclaró - Yo... Solo... Eh... - sacudió la cabeza, sintiéndose atontado y confundido, además de atraído por el extraño aroma - ¿Puedo pasar? - preguntó de repente.

- Claro - le respondió el otro de inmediato - Mi casa es tu casa, lo sabes - le giñó el ojo antes de hacerse a un lado y dejarlo pasar, el corazón de Alex reaccionó saltándose un latido.

El menor se adentró a la vivienda, olfateando el aroma más de lo que normalmente haría.

- ¿Qué es ese aroma? - preguntó. Fargan ladeó la cabeza, confundido.

- ¿Qué aroma? - olfateó, pero no fue capaz de percibir nada - No huelo nada raro - intentó otra vez - ¿Huele mal? Olvidé revisar la nevera, quizá algo se pudrió dentro - Alex sacudió la cabeza.

- No... No es nada de eso - siguió caminando por la casa, tomándose muy enserio lo anteriormente dicho por Fargan y husmeando como si fuese su propio hogar - ¿En serio no lo percibes? -

- No tengo ni idea de a que te refieres - aunque francamente no le sorprendía.

Se detuvo en seco al llegar a una de las habitaciones y ver a la doncella de pie enredando flores en su cabello con delicadeza.

- Oh, no sabía que tendríamos visitas - dijo con voz melosa - Bienvenido - le sonrió amable. Fue entonces cuando Alex lo supo. El olor venía de ella.
















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Pido perdón, soles. Tenía el capítulo listo, pero ayer estuve todo el día en evento de la Universidad y me olvide por completo.

Espero les haya gustado el cap y esperen a ver que secretos oculta la preciosa Dulce.

Muero por leer agua teorías 👀

Hasta el lunes, mis amores -3-

Maldición //FARGEXBY//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora