Twenty-four

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Alex había elegido un buen caballo. El corcel había cabalgado tanto como le había pedido a cambio de pocos descansos para comer y beber. Alex se lo recompensaría en cuanto volvieran al pueblo, lo dejaría en los establos para que descansara y mandaría a que le dieran las mejores manzanas. 

El sol había salido hace unas horas y eso solo podía significar que los enemigos ya se encontraban de camino. Llegaría antes que ellos, eso era seguro, pero necesitaría descansar también. 

Pasaba un poco del medio día cuando finalmente llegó al pueblo. Lo primero que hicieron los guardias al verle llegar fue advertirle de las minas que ya se encontraban a los alrededores.

- ¿Dónde está Vegetta? - le preguntó a uno de los guardias apenas dejó al caballo. 

- Los guerreros Willy y Vegetta pasaron la noche encargándose de preparar la primera defensa - le informó - No me sorprendería que se encuentren descansando ahora - Alex rodó los ojos. 

- Entonces, ¿Quién mierda va a venir a darme un informe de la estrategia de esta noche? - nadie esperaba que Alex estuviera de buen humor luego de pasar más de 24 horas sin pegar ojo y sin comer demasiado. 

- Yo te puedo ayudar con eso - una voz a su espalda resonó y la reconoció de inmediato. 

Cuando giró Fargan ya lo miraba con una sonrisa aliviada. No le dio tiempo a decir nada, lo envolvió en un cálido abrazo. 

- Me alegra que hayas llegado - le susurró en medio del abrazo. El corazón de Alex comenzó a martillear con insistencia, Fargan se apartó apenas lo suficiente para mirar su rostro cubierto - ¿Qué lograste investigar? - por más que le alegrara que estuviera bien, ahora debían enfocarse en lo importante. Alex se aclaró la garganta antes de responder. 

- No son muy inteligentes, vendrán a atacarnos sin mucho descanso, además piensan que no los esperamos - aunque algo le inquietaba - Sin embargo, tuve que robar un caballo de sus establos antes de venir y algo me dice que eso podría advertirles que sabemos algo -

- ¿Por qué lo piensas? - 

- Porque me cargué a dos - confesó - No era mi intención, pero me capturaron y me quitaron el casco, los muy imbéciles - Fargan abrió los ojos con sorpresa. 

- ¿Ellos...? - Alex asintió, prediciendo su pregunta.

- No te preocupes, es más fácil encargarse de ellos si están bajo mi maldición. No me harían daño ni aunque yo se los hiciera a ellos - eso sonaba un poco más cruel de lo que pretendía. 

- Me alegra que estemos del mismo lado - Fargan le sonrió. 

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Alex aún tenía que descansar, así que se fue a casa a dormir justo cuando los demás ya se encontraban despiertos y listos para la batalla. 

Fargan se encargaba de acomodar las tropas de soldados y a los arqueros, sorprendentemente era mejor líder de lo que él mismo se había esperado. Llevaba puestos los pantalones y el casco de la armadura de diamante, pero necesitaba movilidad en la parte superior y la menor cantidad de peso para sobrevolar. Como arma había elegido una espada de diamante. 

Lolito ya estaba refugiando a los aldeanos en la biblioteca con ayuda de Auron. Ambos iban completamente cubiertos con la armadura y escudos. Auron cargaba con una espada, pero Lolito llevaba algo mucho más ostentoso, una enorme hacha de doble filo. 

Rubius había pasado de las armaduras, pero llevaba un escudo y una espada además de un cinturón amarrado en la cintura que parecía cargar con diferentes artilugios cuya utilidad Fargan desconocía. 

Maldición //FARGEXBY//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora