Twenty-Six

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Los días en Karmaland estaban yendo aparentemente tranquilos.

La enfermedad de Alex estaba bastante controlada, pasar tiempo con Fargan solía ponerlo mal hace unas semanas porque el mayor no paraba de hablar de Dulce todo el tiempo, pero ahora que la doncella era un tema irrelevante en sus conversaciones, pasar tiempo con él estaba resultando en una cura gratificante. 

No se quería hacer muchas ilusiones, pero era inevitable cuando los momentos íntimos con Fargan se hacían cada vez más frecuentes y esa tensión se hacía cada vez más grande. Estaba casi seguro de que le gustaba a Fargan. 

Y estaba bastante convencido también de que Dulce estaba muy en el medio y que necesitaba alejarla de él lo antes posible. 

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- Fargan - escuchó la voz de la doncella llamándole.

- Dime, linda - le respondió mientras se terminaba de poner el uniforme.

- Yo... Bueno, es que siento que últimamente pasas mucho tiempo fuera de casa - se acercó a él por detrás - Casi no pasas tiempo conmigo - 

- Lo siento, pero sabes que tengo que trabajar - esa respuesta pareció no convencerla, puesto que hizo un puchero.

- Se que tu trabajo es importante, pero me siento un poco sola cuando no estás - Fargan giró para quedar frente a frente con ella y la tomó con delicadeza por los brazos. 

- Yo... - quería razonar con ella, decirle que tenía que trabajar para mantenerla a ella y a los demás habitantes a salvo, pero no pudo (y no solamente porque era, en parte, mentira) porque, como siempre, algo en la manera en la que la doncella lo miraba lo sedujo de inmediato - Trataré de trabajar menos - terminó diciendo. 

Esa respuesta si complació a la muchacha, dado que se puso de puntillas y dejó un beso en los labios del híbrido. Le acarició el cuello con lentitud y sensualidad antes de recorrerle de arriba a abajo con la mirada. 

- ¿Te he dicho que te vez muy bien con ese uniforme? - acompañó la pregunta con una mordida a su propio labio y cada pluma del cuerpo de Fargan se erizó.

No pudo responderle verbalmente, la única manera de aliviarse fue lanzarse a la boca de la doncella y comenzar un fogoso beso que ya no podría parar.

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Ese día Fargan no fue a trabajar. Pasó el día entero con su preciosa doncella sin siquiera avisarle a su compañero de trabajo. 

- Fargan - Dulce lo llamó. Ambos estaban tumbados en la cama con solo una sábana cubriéndoles, muy juntos. 

- Dime - Dulce estaba sobre su pecho.

- Yo... no es que no esté contenta con nuestra relación actual, pero... - necesitaba encontrar una manera de asegurarse que se quedaría a su lado para siempre - Estoy segura de que quiero estar siempre contigo... ¿Tu no? - se miraron a los ojos. 

- Claro que quiero estar contigo - se apuró a decir Fargan. 

- Entonces... ¿No crees que deberíamos... Avanzar? - a pesar de que Fargan solía ser lento para captar indirectas, esa la captó de inmediato. Carraspeó y se removió, incómodo. 

- Yo... - quería decirle que no estaba listo, que debían ir lento en su relación, que hace apenas unos meses que se conocían y le parecía algo apresurado, pero nuevamente no pudo. Nuevamente algo en la doncella lo envolvió por completo, sus sentidos, sus sentimientos, sus pensamientos, todo le pertenecía y no tenía idea de porque - Si, tal vez deberíamos - la sonrisa que Dulce le ofreció le arrebató el aliento. 

Maldición //FARGEXBY//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora