𝘊𝘢𝘱í𝘵𝘶𝘭𝘰 29: 𝘔𝘢𝘨𝘪𝘢

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-Entonces… ¿quieres entrar?- Tzuyu echó un vistazo general a su alrededor.

Las horas de viaje fueron agotadas pero con la compañía de Sana apenas las sintió. Charlaron sobre la vida de la rubia en la gran manzana, sus amigos y la relación con todo lo que la rodeaba. Tzuyu la escuchaba y le sonreía, Sana ponía tanto entusiasmo a la hora de hablar que a ella le provocaba ternura. La rubia movía sus manos con énfasis, se colocaba un rebelde mechón de pelo tras su oreja y fruncía el ceño izquierdo cuando contaba algo desagradable.

Parecía maestría y complejidad el simple acto de admirarla hablar; aunque solo fuera del mismo, y desconocido para ella, "Bodi", un pequeño Beagle que le regaló a su padre a los tres años de edad pero que lamentablemente ya no lo tenía. A Tzuyu le dieron ganas de estirar su mano y acariciarle la mejilla cuando Sana le dijo que desde ese momento no volvió a tener una mascota. Ella le contó que jamás tuvo una, en realidad no sabía si por disgusto propio o simple desinterés de sus madres. Tal vez una combinación de ambas.

Sana también le aseguró que New York es el lugar favorito en el que se asentó después de haber pasado por varias ciudades. Porque amaba caminar por los parques a la mañana, ver a los niños jugar, a las madres primerizas acunar sus bebés y a las parejas de ancianos regalarse cariño como si el tiempo nunca hubiera pasado en ellos. Amaba cualquier cuestión relacionada a la libertad de expresión pero sobre todo a las demostraciones de amor. Parecía que amaba al amor más de lo que el mismo representase.

En cambio, ella le habló de Christopher, su amistad con él y la relación con el resto de sus amigos. Sonrió internamente cuando Sana desvió la mirada fuera de la ventanilla al decir que Jungkook siempre intentaba algo con ella. La rubia le preguntó si habían mantenido algún tipo de relación sentimental y le agradó sobremanera verla sonreír cuando le dijo que no. Que jamás había tenido algo serio con alguien y cuando iba a explicarle por qué, la mini Cooper bajaba su velocidad y se estacionaba lentamente frente a un pequeño edificio.

Bajaron juntas y, mientras Sana rodeaba el auto para encontrarse con ella, Tzuyu se recargó contra su puerta: quería correr. Todo a su alrededor no solo era nuevo, sino que ahora realmente entendía de miedo aquel que Chaeyoung tiene al ver películas de terror o el de Jimin al intentar si quisiera levantarse de la silla aún siendo sostenido por alguien más. Fue cuando Sana le obstaculizó la vista que algo dentro de ella se quitó. Y fue cuando Sana estiró su brazo y le tendió la mano que aquel miedo amateur se alejó. Sonrió de lado y entrelazó las manos.

Por supuesto que quería entrar.

Magia.

Parecía como si adentro de la casa una extraña poción mágica la hubiera rodeado porque no dejaba de temblar de pies a cabeza. Sana abrió la puerta y no se movió para darle su lugar, por lo que al pasar por su lado le acarició cariñosamente la cintura y entró primera. La rubia se pegó a su espalda y apenas estiró el brazo hacia atrás cerrado. Dejando que lo de afuera se quede alla. Sin molestarlas.

Tzuyu se aferró a su bolso y se alejó de Sana para comenzar a recorrer el lugar. No lo recordaba tan familiar ni con esa sensación de pertenencia que exhalaba cada milímetro de pared que tocaba. Llegó hasta el inicio de las escaleras y acarició el barandal solo por inercia porque un cuadro llamó su atención. Observó rápidamente a Sana y esta le esquivo la mirada.

- Plasmaste mi poema… y lo colgaste- murmuró intentando fantasmalmente tocar el recuadro de madera. Aquellas palabras de una relación que estaba por consumirse carnalmente y leyó una vez frente a todo el salón allí estaban, frente a sus ojos y en el living de la mujer que besaba las últimas semanas. Se sorprendió. Pero no le disgustó para nada.

- Lo quitaré si te molesta.

- No dije eso… ¿Quién lo escribió?

- Lo mandé a hacer con un especialista en el tema. Me gustó mucho como lo escribió y los toques que le dio- respondió Sana llevando sus manos a la espalda por vergüenza. Tzuyu movía los labios sin emitir sonido mientras releía su propia autoría. Hasta que termino y camino hasta ella.

Lenguaje del Amor || Satzu •Adaptación•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora