𝘊𝘢𝘱í𝘵𝘶𝘭𝘰 45: 𝘋𝘦 𝘱𝘦𝘳𝘥𝘦𝘳 𝘺 𝘨𝘢𝘯𝘢𝘳

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Debería haber imaginado que un secreto es llamado de esa manera porque en algún momento sale a la luz, porque dramáticamente nada dura para siempre y una sola mentira puede llegar a pesar más que miles de verdades. Haber estado viviendo en una pequeña burbuja de amor con Sana ahora la había privado de todos esos conocimientos.

Se sintió estúpida en ese momento, vivió actuando de distintas maneras menos acorde a su edad. Tenía 17 y antes de conocer a Sana actuaba como una niña caprichosa y egoísta que abría su caparazón imaginario las veces que quería y lo cerraba de la misma manera. Ahora estaba frente a un problema y ya actuó en consecuencia a el tal vez como nadie lo había hecho.

Pero ya no había vuelto atrás y por mucho que lo deseara el tiempo no regresaba.

Sentía que esta vez las cosas iban a cambiar y el miedo a perder a Sana ya no podía llamarlo así; ni terror ni nada aún peor. Simplemente estaba esperando que las cosas sucedieran.

Ese miércoles se cargó la mochila al hombro pero con ganas de arrastrarla y salió rumbo al Instituto; era injusto que al dejar una calle atrás todo le recordara a la emoción por ver a su novia cuando pasaban días alejados: el jardín de su madre, el puesto de dulces y, en el estacionamiento, el mini Cooper la torturó con los momentos vividos en el, los besos que le robó a Sana y los suspiros que le arrancaba a propósito. Agitó la cabeza, se soltó el cabello y se colocó su gorra colorida hacia atrás: si de sentir se trata, estaba sintiendo que los meses vividos hasta allí estaban borrándose en un segundo.

Pisó el primer escalón y cerró los ojos, el escuadrón de porristas se acercaba a ella y mágicamente la rodearon; Jennie se detuvo frente a sus ojos y ella les dio una mirada a las demás, todas sonreían y Yuna, desde un costado, era la que mejor lo hacía.

- Hola, Tzu - la capitana se colgó de sus hombros, inclinó su cabeza y le besó la mejilla en completa lentitud. Tzuyu alejó sus labios y alejó su rostro cuando la sintió más cerca- nos vemos al rato- murmuró la chica contra su oído apretado y con un chasquido de dedos seguramente su salida y la del resto. La morena suspiró y se pasó una mano por la cara: esto apenas empezaba.

- Hola- escuchó la voz de su novia tras ella e inmediatamente giró para abrazarla. La sostuvo por su cintura como si se le fuera a escapar y cuando Sana le preguntó qué le pasaba la apretó más contra ella y le susurró cuánto la quería. La rubia se alejó apenas y ella, después de observar si alguien las vio, bajó su mano y tiró de su novia para llevarla al baño.

Abrió la puerta y cerró casi en silencio para que nadie las escuchara. Mientras guiaba a Sana hasta un rincón abrió cada cubículo para asegurar de que se encontraran solas. Fue la rubia quien se apoyó en los lavamanos y le recordó que en minutos comenzaba ambas sus clases y le preguntó qué hacían allí.

- Sana…- murmuró ella inflando su pecho y sintiendo ese pesado nudo en la garganta, movió sus manos frente a ambas y tartamudeó cosas que ni ella misma comprendió. La rubia le sostuvo la cadera con una mano, con la otra le movió la gorra hacia un costado y le sonrió intentado calmarla. Pero ella tragó su propia saliva y sintió finalmente que nada iba a decir.

- ¿Qué pasa, Tzu?- le preguntó Sana en un pequeño susurro y a ella le dieron ganas de abrazarla, asegurar la puerta y tomarse todo el día si era necesario para contarle lo que quería; pero Sana le dejó un pequeño y dulce beso en los labios y supo que si quería seguir recibiéndolos tenía que decir algo más de lo que realmente debía- ¿No dormiste bien?... O pasó algo con las porristas allá afuera.

- ¿Me viste? – preguntó preocupada y alzando la mirada para verla.

- Las vi salir y tú estabas parada allí en medio del pasillo, lo supuse… ¿Te molestaron?... O ¿es por lo del lunes? Pasó algo que…

Lenguaje del Amor || Satzu •Adaptación•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora