No sabía si realmente estaba ya todo terminado. No lo sentí de esa manera y mucho menos quería que así fuera. Pero el orgullo mandaba y era el que en ese momento le recordaba que sí, las cosas probablemente estarían terminadas.
Siempre supo que la diferencia de edad, la situación en la que se conoció, el pasado de Tzuyu y los padres de ambas iban a ser los problemas en esa relación; pero que a último momento alguien más se interpusiera en ellas la hizo ver todo de otra manera: era como suprimir los meses juntas al insignificante día en el que se vieron por primera vez.
Las sensaciones que la golpeaban eran miles y que encima se cruzaban con sus distintos pensamientos y las decisiones que iba a tomar, todo podría ser al final cualquier cosa.
Sana comenzó a bajar la velocidad de su automóvil y estacionó en el McKinley: podía cruzarse con Tzuyu y actuar como si ella nunca hubiera invadido su vida cómo lo hizo, aunque le costara podía al menos intentarlo.
O podría dejarle en claro que ahora la trataría como a Jungkook, Christopher o la misma Somi.
O simplemente ni siquiera pensar en algo y actuar cómo debería, de manera profesional y dejando de una vez por todos los sentimientos de lado.
Sí, esa era la mejor opción.
Tomó el maletín del asiento de acompañante y se bajó. Apenas hizo dos pasos cuando retrocedió en busca de su abrigo: afuera la temperatura había bajado y el sol estaba tapado de nubes negras. Estaba segura que a la salida la acompañaría un poco de lluvia.
A diferencia del viernes, en el interior del Instituto todo estaba distendido. Ella se quedó bajo la puerta y descubrió como Chaeryeong, aquella alumna tímida que por más lugar en el escuadrón de porristas no era igual a ellas y ahora se paseaba con la frente en alto y sin su característico uniforme. Y Yeji, Lia y Ryujin se sumaban a ella desde otro costado.
Juntó las cejas confundida cuando observó en las escaleras, cerca de la cafetería, a sus alumnos del salón 8 reírse entre ellos casi a carcajadas pero Tzuyu no estaba allí.
Y lo más raro fue sin duda cuando Jennie pasó frente a ella, casi pegada con Yuna de su brazo y, cuando la chica alzó la vista para mirarla, la bajó al instante totalmente avergonzada. Sana entreabrió su boca y la confusión fue más grande ¿había pasado algo esos dos días con ella fuera de Lima?
Levantó la cabeza y su pecho se infló por si solo: Tzuyu llegaba caminando desde el pasillo, despreocupada, con las manos dentro de su chaqueta y le dedicó apenas una mirada antes de sumarse al grupo de sus compañeros.
Sana la observó hasta que se sentara con ellos y giró con rapidez la cabeza cuando la morena volteó a verla. Apretó su maletín y se alejó decidida hasta la oficina de Kim. Para su seguridad se quedó allí hasta que la campana sonara y cuando escuchó el silencio en los pasillos se encaminó hacia su próxima clase.
Abrir la puerta, ingresar y saludar con la cara de todos los días se le dio mejor de lo que había pensado. Pero pretender que no le importaba la hinchazón en los ojos de Tzuyu, el color rojo de sus pupilas y su pelo bajo el gorro era algo completamente distinto. No, eso no podía pasarle de largo como si nada.
Explicó el nuevo libro que leerían, dio las actividades y escribió otras cosas en la pizarra; habló toda la hora, movió las manos y se pasó de un lado a otro completamente nerviosa. Tzuyu no le quitó la mirada en ningún momento y que apoyara sus brazos sobre su banco y descansara su cabeza en ellos en una adorable imagen solo empeoraba todo.
Como odiaba cuando finalmente las emociones no solo se cruzaron con los pensamientos si no que se contradecían. Que la morena la ignorara haría las cosas más fáciles y de paso la ayudaba física y mentalmente a no rendirse apenas se puso una meta.
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Lenguaje del Amor || Satzu •Adaptación•
FanficSana Minatozaki es la nueva profesora del McKleyn. Tzuyu Chou, es su estudiante menos aplicada. ♡ Esta historia NO ES MÍA, todos los créditos a su respectivo/a autor/a.