Capitulo 54: Lenguaje del Amor #5: contacto físico

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Tzuyu se subió al mini Cooper con las manos llenas, el alma de la misma manera y la mente completamente vacía. Había sido una dura semana en su nuevo estudio y sumado a los papeles que aún tramitaba de Kai todo se volvió más pesado.

Tiró las carpetas de trabajo sin reparos al asiento trasero y algo especial para Sana lo dejó en el de acompañante, sonrió mientras encendía el motor y se decidió a manejar con lentitud.

Observó, con cada cuadra que dejaba atrás, el cielo de verano que New York le regalaba y fue cuando se mordió el labio enamorada de su propia vida que decidió acelerar un poco más y llegar a casa cuanto antes.

Estacionó a centímetros de la vereda y rápidamente quitó la llave, tomó su abrigo y lo que ocupaba el asiento a su lado. Bajó cual niña contenta como tantas aquellas veces lo había hecho cuando apenas se mudó con Sana a la ciudad. Ella solía llegar con las bolsas de las compras y la rubia la esperaba en la cocina mientras hacía algo de su trabajo.

Se quejó por lo bajo por sus botas nuevas y llegó a la puerta con cuidado a no aumentar el dolor. Pasó su llave por la cerradura y al abrir notó algo raro: ninguna de sus hijas estaba en el living viendo sus amados dibujos y Kai tampoco estaba cerca. Cerró extrañada, dejó el abrigo sobre el sillón y volvió a la cocina.

Y ahí estaba algo más raro aún. Sacudió la cabeza, no era raro, era molesto, odioso y ella tenía ganas de patalear cual niña caprichosa reclamando por lo suyo: Sana estaba de pie explicándole algo, que ella ni recordaba de su paso por el Instituto, a una jovencita que la devoraba con la mirada y que aún no había notado, o ignoraba a propósito, su presencia.

- Buenas noches, cielo- la saludó Sana alzando la vista apenas se coló en la cocina y ella le sonrió con dificultad. Fulminó con la mirada a la niña que aprovechó mirar bajo el cuello de su futura esposa y dio media vuelta.

- Hola- murmuró apenas arrojando las flores sobre el sillón y subiendo luego las escaleras intentando mantener su enojo solo con ella. Echó un resoplido apenas ingresó a su cuarto, eso nunca podía manejarlo- malditas adolescentes hormonales- se quejó por lo bajo quitándose la ropa de trabajo y caminando sin ganas al baño. Abrió la ducha y se perdió en ella sin notar que aún llevaba el brassier, maldijo otra vez y lo quitó sin cuidado por su cabeza y finalmente se relajó bajo el agua tibia.

Cuando estaba por bajar las escaleras ya lista, observó a la alumna de Sana en la puerta despidiéndose con un notable coqueteo; pero la rubia parecía no percibirlo porque solo cerraba con disimulo y asentía a sus palabras acortando todo tipo de contacto.

Escuchó el bendito sonido de la puerta cerrarse y finalmente comenzó a bajar. Decidió ignorar la sonrisa de Sana hacia ella y más aún la velocidad con que la rubia llegó a rodearle el cuerpo y atraparla entre sus brazos reclamando un minuto de su atención.

Sana jugó en su cuello, besó su mejilla, río contra su oído y le acarició la espalda incentivándola a que hiciera lo mismo. Pero ella caminó con la rubia pegada a su cuerpo por un vaso de agua y decidió no seguirle el juego.

- Te extrañé- susurró Sana antes de morderle suavemente el cuello desde atrás y ella observó por la pequeña ventana tras la mesada la partida de aquella jovencita en una moto con alguien que llegó a buscarla.

- ¿Los niños?

- Arriba, jugando en el cuarto de Minju - respondió Sana notando el humor de la morena por lo que intentó suavizarlo con una caricia en su abdomen, bajo la camiseta de su pijamam

- ¿Por qué? Siempre están pegados al televisor- 'perfecto´ se dijo mentalmente. Sana había pasado toda una hora, o tal vez más, a solas con esa niña y sus hijos no estaban de testigos por si algo rara pasaba.

Lenguaje del Amor || Satzu •Adaptación•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora