Apretó sus ojos duros para que esa imagen saliera de su mente.
Estrujó sobre su pecho la sábana de color celeste hasta escuchar el ruido de sus uñas chocar entre sí.
Mordió su labio inferior para que la sangre que vio en ese sueño se sintiera real.
Se quejó pero volvió a hacerlo.
- ¿Sabes que las niñas lindas como tú deben complacer a los hombres como yo? - la pregunta era siempre la misma a pesar de los años pasados ya pesar de las altas horas de sesiones con psicólogos para tratar de olvidarla.
Aquellas palabras le daban vergüenza, asco y en aquel entonces no sabia a lo que se referían.
Hasta que sintió que la tomó del brazo, la tiraron sobre el colchón que compartió con su madre y alguien aplastó el peso de su cuerpo sobre su espalda.
Tembló, porque no vio más allá de la mano de Tom sobre su boca y solo sintió la respiración de él sobre su cuello.
El sonido de un cinturón desabrocharse, un cierre abrirse y su pelo ser tirado con brusquedad hacia atrás la humillaron a temprana edad y la marcaron para el resto de su vida.
Lloró pidiendo en silencio por su madre.
- ¡Mamá!- gritó a todo pulmón con la voz seca, adormilada y temblorosa. En un segundo la puerta de su cuarto se abrió y Nayeon apareció tras ella.
- Tranquila, cariño…- se sentó la mujer a su lado y la tomó entre sus brazos arropándola contra su pecho- Respira, Tzuyu… tranquila, tu madre y yo estamos aquí.
- Él está aquí- sollozó Tzuyu inmóvil mientras sentía las caricias de su padre en su espalda. Caricias que a veces la incomodaban, como en ese momento- Aun está aquí, mamá.
- No, cariño. Él ya no te hará daño, ya no mi amor- murmuró Nayeon contra su cabello dejándole cientos de besos en su cabeza.
- ¿Estás bien, hija?- ingresó Jeongyeon e inmediatamente se recostó al lado de la morena- Toma- le tendió un vaso con agua y una aspirina cuando ella negó con la cabeza- Debes tomarla, cariño. Ven- la tomó ella cuidadosamente por debajo de los brazos y la recostó contra su pecho ayudando a que Tzuyu tomara, en realidad, un calmante y así poder dormir mejor.
- No quiero volver a soñar con él- susurró Tzuyu entre lágrimas y ambas mujeres se miraron fugazmente- Ya no, mamá.
- Lo sé, cariño. Lo sé- le dijo Jeongyeon acariciando cuidadosamente su rostro y cantándole algo por lo bajo hasta escuchar la respiración de su hija calmarse y sintiéndola dormida entre sus brazos- Me quedaré aquí esta noche- le susurró a su esposa.
- Igual yo. Me acomodaré en el sillón- dijo Nayeon antes de besar una vez más la cabeza de su hija y recostarse en el mueble.
Ninguno de las dos volvió a dormir en toda la noche.
☪
El desayuno al día siguiente fue en completo silencio, sucedía de esa manera como tiempo atrás en el que ella despertaba a medianoche y sus madres terminaban la noche en su cuarto de manera protectora.
Apenas se sentó algo alejada de las mujeres el olor a comida, el sabor del jugo de naranja en su paladar y el brazo estirado de Nayeon para regalarle una caricia le dieron ganas de vomitar.
Desistió porque de lo contrario nunca lo superaría. Necesitaba comenzar a olvidar ciertas cosas y aunque sea de a poco.
- ¿Quieres quedarte en casa hoy? Llamaré desde el consultorio a Kim y luego le presentaré mi firma en una nota- le propuso Jeongyeon ante su mirada perdida en el suelo y sus manos entrelazadas en su falda. Ella negó con la cabeza.
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Lenguaje del Amor || Satzu •Adaptación•
FanfictionSana Minatozaki es la nueva profesora del McKleyn. Tzuyu Chou, es su estudiante menos aplicada. ♡ Esta historia NO ES MÍA, todos los créditos a su respectivo/a autor/a.