Capítulo 3

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La habían aceptado. 

Ese día por la tarde tenía que ir y cumplir con su simple presencia. Se moría de ganas por ver la reacción de Aki al verla cruzar la puerta. Más aún luego de lo que le dijo cuando hablaron en el receso.

—¿Entonces dibujas por las tardes? —preguntó ____.

—Sí

— ¿Has dibujado antes a alguna persona? ¿No te gustaría dibujarme? —preguntó regalándole una sonrisa inocente.

Aki soltó una carcajada corta y la miró con las cejas levantadas.

— Ni estando drogado te dibujaría.

Lo haría tragarse sus palabras. Y vaya que lo disfrutaría.

Normalmente ____ no disfrutaba de fastidiar a alguien, pero por alguna razón lo hacía con Aki. No lo consideraba una especie de venganza por lo ocurrido en su salón, ni siquiera le dio importancia a aquel momento.

Cuando quería conocer a alguien, ella solo se le acercaba y lo trataba bien tal como lo hacía con todas las personas. 

Pero Aki, él fue diferente, ni con la sonrisa más tierna que podía hacer se interesó en hablarle o  ser su amigo. Lo peor fue que aquello no la entristeció, solo la animó a más. Era como si conocer a Aki hubiera producido una especie de diversión a su día a día.

Había visto algunas películas donde el chico malo y la chica buena se volvían novios, pero eso solo funcionaba si alguno cambiaba. Ella no esperaba que sean novios, solo amigos, pero aún si hablaban de amistad, ¿esa sería esa su situación? Esperaba que no, no pensaba cambiar solo por una persona; así como tampoco esperaba que él cambiara.

Lo que más le atrajo de él fue que fuera totalmente diferente a ella, le parecía atractivo en todos los sentidos.

—Ay, Aki, si con eso no avanzo algo, me quedaré sin ideas. —pensó mientras se dirigía al taller de dibujo. —Buenas tardes, profesor. —saludó al llegar y ver al profesor.

—Buenas tardes, señorita, pase. —le ordenó el señor dándole paso para entrar al salón.

—Gracias, profesor. —____ se volteó y miró a todos los estudiantes. — Ahí estás. —pensó al encontrar a Aki, pero él aún no la veía. —Buenas tardes. — saludó a todos para llamar su atención.

—Bien, chicos, tenemos a la primera modelo. Ella hará algunas poses y tienen que dibujarla. —explicó el profesor.

____ se mantenía parada al costado del profesor mientras él explicaba la actividad, cuando notó que Aki la estaba viendo con el ceño fruncido, le sonrió ampliamente dándole a entender que se salió con la suya.

— Bien, señorita. Siéntese ahí y yo le indicaré qué hacer. —le indicó el profesor señalando una banca en el medio del salón.

Realmente no fue tan fácil como ____ pensó. Cuando se inscribió pensó que solo haría una pose, pero no tomó en cuenta que no podría moverse. En las pocas veces que el profesor le permitía moverse, le dolía hasta mover un dedo.

— Pobre de mi cuello. —pensó.

Lo único bueno que podía sacar de aquella clase fue que podía fastidiar a Aki sonriéndole y guiñandole el ojo cada vez él que la miraba.

— Me pregunto en qué estarás pensando. —pensó la pelirroja sin moverse.

Tal vez se dio cuenta de su belleza al mirarla tanto o ya estaba maldita junto a sus siguientes generaciones por haberse inscrito al taller de dibujo.

—Es todo, señorita, puede retirarse. Le agradezco por su ayuda, yo la citaré cuando sea necesario. —le indicó el profesor.

____ simplemente tomó sus cosas y salió del salón para seguidamente dirigirse a la salida de la universidad.

—Vaya día tan cansado. —dijo mientras esperaba un bus para llegar a casa.

—Oye, roja. —escuchó una voz profunda detrás de ella.

—¿Sí? —preguntó ____ con inocencia.

— ¿Puedo saber por qué te inscribiste al taller de dibujo? —preguntó Aki acercándose a ella para quedar cara a cara.

— Sólo quería perder algo de tiempo en las tardes, no veo el problema. —respondió ___ bajando un poco la voz. Se sentía intimidada al tener a Aki delante de ella. Más aún tomando en cuenta que tenía que mover la cabeza para poder mirarlo bien. 

Qué atractivo.

—El problema, niña, es que no entiendo por qué me estás siguiendo en todo lo que hago.

— Ay, por favor. Solo son coincidencias. Tampoco te creas el centro del mundo.

— ¿Coincidencias? ¿Estás segura de eso? Qué raro que justo cuando te digo que estoy en el taller de dibujo, te inscribas.

— ¿Acaso no puedo interesarme por el dibujo?

— Niña tonta. —la llamó Aki al no saber cómo contraatacar.

— No soy una niña y tampoco soy una tonta. —se alejó de él. —Oye, ¿qué tal quedó mi dibujo? —preguntó al recordar su principal intención.

— Horrendo.

— ¿Horrendo? Esperé más de alguien que pasaba sus tardes en un taller de dibujo.

— Horrendo porque sales tú, tonta. —aclaró Aki alejándose de ____.

—Me quiere, lo sé. —se dijo a sí misma para luego dejar de mirarlo.

Pasaron algunos minutos y muchos buses pasaron, excepto el que ella  tomaba.

— Tal vez a estas horas no pasa. —pensó. —Tendré que tomar un taxi.

De pronto un auto negro con lunas polarizadas se detuvo delante de ella.

—Hola, Dios, soy yo de nuevo. —rezó ____ temiendo por su vida.

La ventana del auto se bajó y finalmente pudo ver al conductor de aquel carro.

—Oye, roja, ¿no llega tu carruaje? —preguntó Aki con un tono burlón.

—Parece que no. —respondió con pena ____.

—Sube, te llevo. —le ordenó Aki.

—Gracias, diosito o lo que sea que hizo que Aki se apiade de mi. —pensó ____.

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Una enorme disculpa por los capítulos cortos, les prometo esforzarme más para que sean más largos.

Dulce para el amargo - AkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora