Capítulo 8

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-¿Qué sucedio?-hable triste.

-En Africa hay una rebelión-respondio con dolor mi confidente.

-¿Qué significa eso?-la mayor tomo la palabra con temor.

-Tenemos que enlistarnos-aporto su marido con cierta frialdad.

-Es peligroso, no puedes ir-la voz de mi hermana se quebro.

-Peter, ya no estas en el ejercito ¿Por qué te llamaron?-cuestione con duda.

-La situación es grave-su voz reflejaba el miedo.

-Somos coroneles de alto rango, no importa que Strong se haya retirado, debe volver al servicio por su País-agregó distante mi cuñado.

-¿Su país?-hablo confusa su esposa-¿Qué hay de sus familias, sus hijos?¿No deberian quedarse por nosotras?¿Y si mueren?-sus interrongantes mostraban enojo y desesperación.

-Tranquila Delfina-me acerque a ella para tomarla por los hombros, acto el cual rechazo.

-Hablan de servir a su país pero que hay de nosotras-giro a mirarme con lagrimas en sus ojos-Debemos permitir que viajen hacia su muerte, JAMÁS MANDARE A MI MARIDO A SU PROPIA MUERTE-la abraze en un intento de consolación, sentia como sus lagrimas mojaban mi hombro.

-Ellos son fuertes-hable con un tono calido-Nuestro deber es apoyarlos en todo lo posible hasta su regreso, demostrando el enorme amor que le tenemos-trate de transmitirle calma.

-Gracias Lucia-su compañero asintio ante mis palabras en forma de agradecimiento, seguido por un acercamiento a su esposa para tomarla de la cintura y asomarla hacia él, cerrandola en un abrazo.

-Ven aquí-expreso con dulzura mi mejor amigo, a medida que extendio su mano, una invitación que acepte.

-¿Cuando parten?-pregunte desanimada, mientras sostenia sus manos.

-Mañana debemos ir a la base-contesto con firmeza, tratamos de no quebrarnos hasta que escuchamos el llanto desesperado de mi hermana con su esposo trantando de calmarla-Sera mejor que nos vayamos-agregó, nuestro amigo asintio para que nos retiraramos del lugar.

Dejar la casa con los gritos de dolor de mi hermana me rompia en mil pedazos, pero no habia nada que pudiera hacer. Esa desesperación solo puede calmarla Andrés y merecen que respeten su espacio.
Por otro lado, Peter y yo viajamos en silencio hacia su casa, en todo el transcurro no solte su mano, de alguno manera era nuestra forma de reconfortarnos. Cuando llegamos a nuestro destino, ingresamos sin ninguna prisa como si quisieramos que los minutos no corrieran y que los momentos sean eternos.

-Hay que decirle a Cami-exprese con angustia.

-Si-bajo su mirada al suelo mientras nos sentabamos en el sofa-Tengo miedo de su reacción-declaro triste.

-Es muy pequeña para entender lo que ocurre-manifeste-Aún así hay que elegir las palabras adecuadas para explicar la situación.

-Por favor, abrazame-suplico con pena.

-Peter-hable con melancolía mientras quitaba nuestro alejamiento para hundirnos en un abrazo-Estoy para lo que necesites-susurre en su ojera para despues dejar un beso en la misma zona.

-Te necesito-oculto su rostro en mi cuello, sentia sus lagrimas y su respiración agitada, me despedazaba verlo tan vunerable.

-No te dejare solo, soldado-use un tono de voz desolado.

Estuvimos una hora en el sofa, luego del abrazo Peter se durmio en mi regazo mientras acariciaba su cabello y su rostro. Fue la manera en la que ambos encontramos una situación de paz. Lastimosamente no podiamos quedarnos así, el tiempo corria y debiamos preparar su equipaje, habiamos decidido contarle la noticia en la mañana a su hija.

LA VIDA PERFECTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora