Capítulo 23

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—Hola.

Escucho una voz masculina detrás de mi, esa voz que nubla mis sentimientos, esa voz que me hace estallar de felicidad como de tristeza.

Volteo a mirarlo indiferente, pero noto que llevaba puesto un uniforme.

—Hola—decido limitar mis palabras.

—¿Podemos hablar?

—¿Sobre? Tengo cosas que hacer y ...

—Nosotros—me interrumpe—Por una vez, prioriza nuestra relación y escúchame—veo como cierra los ojos con fuerza y al abrirlos parecen suplicarme.

Priorizar nuestra relación. Es lo primero que repetí en mi mente. ¿A caso no es lo que hice durante dos meses? Elegí a Peter sobre todo. Me aleje de mi trabajo, deje de lado mis salidas a bares, prácticamente dedique todo de mi ser a su hija y a él.

Te escucho—otra vez optando por el camino fácil, siempre cedo o limito mis palabras para evitar discusiones.

—El jefe del hospital quiere que vuelva a trabajar, sé que no estoy recuperado al 100%. Pero un medico me reviso y autorizo mi actividad a medio tiempo.

—Medico que supongo fue el incompetente del Doctor Brooks—veo que asiente y no logro controlar blanquear los ojos—. Conoces su forma de trabajo y aún así aceptas su diagnostico—empiezo a alterarme.

—Lu, el hospital esta inseguro. Necesitan gente que pueda protegerlos y el único guardia que esta se lesiono un brazo.

—¿Y eso te obliga a ti ser nuestro protector? Un tipo que tiene una fractura en su pierna que consta de un tratamiento de seis meses, pero del cual solo lleva dos.

—Puedo hacerlo.

—Jamás dije que no—contradigo seria

—¿Cuál es el problema?

—Esto no te corresponde, Peter. Hay policías, militares custodiando la ciudad, que el jefe hable con alguien para destinar algunos a la seguridad del hospital.

—Soy un coronel.

—Uno retirado y que cuando volvió a la actividad recibió una herida de guerra—respondo tajante.

—¿Cuántas veces me lo seguirás recordando?—pregunta molesto.

—Las veces que pueda.

Nuestras miradas se cruzan pero era diferente a otras veces, solo expresamos enojo con el otro. Como si no supiéramos porque seguimos con esta conversación cuando sabemos que no tiene fin.

—Me creo capaz de lograrlo.

—Deberías saberlo, no creerlo—ataco de inmediato—Eso demuestra que no estas seguro de tu decisión y buscas algo que te lo confirme.

—¡Si!—exclama—¡Busco el apoyo de mi amiga!—enarque las cejas ante como me llamo—O lo que sea que somos—susurra lo ultimo bajando la mirada.

Interesante respuesta, después de meses ni él puede ponerle un nombre a lo nuestro, algo que defina que lugar ocupamos en el otro.

—No necesitas mi autorización, Strong. Ya te di mi opinión, la decisión es tuya—digo con frialdad.

—¿Si lo hago te molestaras?

—Sabes que si.

—Pero no deberías, al final se trata de mi vida y lo que quiero yo. Solo busco tu apoyo como lo tuve cuando fui a Irán.

—Te pedí que volvieras entero ¿Y que recibí a cambio?—hago una pregunta retorica—A un hombre con la pierna rota, tuve que cuidarte estos meses y no me quejo, pero si haces esto tiras a la basura los avances que hicimos en el tratamiento.

LA VIDA PERFECTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora