Peter Strong
Desde lo que sucedió en la tarde, no paro de pensar en Lucia. Cometí un error al ocultarle que vi a su madre, pero no podía hacer nada, esa señora me detesta y necesitaba hablar con mi amiga.
Seguramente me odia, la entiendo. Si ya estábamos mal, mi estupidez lo empeoro por segunda vez.
La pregunta es ¿Qué debo hacer para que me escuche? Aún, no pudimos resolver el tema de Rocío, ahora su madre se convertirá en otro conflicto entre nosotros.
Era media noche, cuando escuche golpear la puerta, los toques se repitieron con frecuencia. Decidí salir para averiguar, de lo contrario despertaría a mi hija. Observe por la abertura de la puerta, y solo se visualizaba una figura, agarre un arma que guardo en la entrada y abrí la puerta con cuidado. La persona se encontraba de espalda, con facilidad pude inmovilizarlo, sujetándolo del cuello provocándole dificultad para respirar.
—Peter—escuche una voz femenina—, soy Lucia—pronuncia débilmente por la falta de aire.
Rápidamente la libero del agarre, y la reviso para asegurarme que se encuentre bien.
—Lo siento—me disculpo con pena—, pensé que era un ladrón.
—Un ladrón no toca tu puerta, imbécil—dice mientras masajea su cuello.
—Sabes a lo que me refiero—respondo para aclarar mi excusa—. Entra, te daré un vaso con agua.
La llevo hacia la sala, dejándola en el sofá para buscar agua.
—Ten—le ofrezco la bebida y la acepta—¿Como te sientes?
—Agredida por mi mejor amigo—usa la ironía.
—Deja de jugar.
—Tranquilo, ya recupere el aire—dice amable.
—Me disculpo una vez más-menciono nervioso—. No es normal que vengas a medianoche.
—Con mi madre en casa, es la única hora en la que puedo visitarte-sucedió lo que imaginaba, esa señora ya estaba en contra de nuestra relación y había expresado su descontento.
—Pude pasar por ti. Es inseguro que camines o tomes un taxi a estas horas.
—Lo sé, pero no tenia opción. Si ibas, escucharía el auto, es como un halcón-bromea sobre su propia madre, provocando que riéramos.
—Perdón, por meterte en problemas.
—¿Cómo sabes que tuve problemas?
—La señora Silvina, me odia. Es obvio que te regaño por verte conmigo.
—No te equivocas, amigo.
—¿Qué te dijo?—indagó con duda.
—Hablo sobre que eres malo para mi, que solo buscas arruinarme, que merezco formar mi propia familia, bla, bla y bla.
—Lo de que dice siempre al verme—me desanima saber que sus padres no me aceptan, aunque lo niegue la opinión de ellos es importante para Lucia. Su desaprobación, me aleja más de la persona que amo.
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LA VIDA PERFECTA
ChickLitLucia Rodriguez, una joven enfermera de 22 años que se dedica a su profesión entregando cuerpo, alma y toda su vida por completo. Jamás se dió lugar a fallar en el trabajo aunque significara perder toda su vida personal. Peter Strong, un guardia de...