31° [R - J]

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[ROSÉ]

Kim intenta abrir la puerta del departamento y yo comienzo a besar su cuello mientras tomo su cintura.

—Rosé, basta —ríe Jisoo. La llave parece no querer entrar en la cerradura y yo me mantengo besando el cuello de la pelirroja.

Logra abrir la puerta e ingresamos rápidamente, ella cierra la puerta y me acorrala contra ella.

—Estás loca, deja de besarme —murmura ella sobre mis labios. La beso y se separa.

Se da media vuelta y la levanto sobre mi hombro. Jisoo intenta soltarse y pongo mi mano sobre su trasero.

—¡Rosé, bájame!

—Oh, no. Vamos a comer —la llevo a la habitación y la bajo en la cama.

Me subo sobre ella besándola y ella ríe.

—Rosie, aquí no hay comida —sonríe y llevo mi mano a su ropa interior—. Rosé...

—Shh... ésta es mi comida —murmuro contra su cuello— ¿No quieres?

—Sólo si... —suelta un gemido al sentirme acariciar su ropa interior— ¿Vas a obedecerme?

—Mhm... ¿Sólo para el sexo? —pregunto rápidamente—. Es que no me gusta obedecer. Odio seguir las órdenes de alguien —gruño contra su cuello.

—Si no me obedeces no será divertido... —murmurra ella.

Lo medito y suspiro.

—Bien.

Kim sonríe y me gira dejándome bajo su cuerpo, se quita su falda y la blusa rápidamente.

Su ropa interior es realmente sexy. Bajo toda esa ropa de señora con clase se esconde una degenerada, no tengo duda alguna.

—Tus bragas son lindas, eh. —Kim se sonroja— Te lo juro, se te ve... excelente todo. Tus curvas resaltan como la pista de hot wheels que tengo en casa, es gigante.

Ella sonríe y suelta una risita.

—Lo siento. ¿Cómo que hot wheels? Rosé... tienes cinco años.

—Según la ley no, pero la pista decía desde los seis o más —murmuro rápidamente—. En mi defensa pedí una hace años para navidad y nunca la recibí, siempre viajábamos por navidad por viajes de trabajo de papá. Jamás tuve una navidad hasta hace unos años en los que Jimin y yo pudimos quedarnos, él me regaló la pista y yo le regalé una consola —murmuro.

Jisoo me observa en silencio.

—¿Nunca pasaste una navidad en familia? —murmura.

—No, supongo que mi única familia era Jimin, y ni siquiera somos hermanos de sangre.

Ella acaricia mi rostro y yo tomo su cintura.

—No te merecías eso, ¿lo sabes, no? Tu derecho era disfrutar de una navidad decente y no en un avión o en un aeropuerto viajando a quién sabe dónde.

—Al menos me dejaban correr en las conferencias y me daban dulces —me encojo de hombros quitándome la camisa.

Kim suspira.

—Tus padres realmente dan asco, Rosé.

—Hey, respeta a tus suegros —me burlo y ella se sonroja.

—¿Suegros? Ya no estoy para esas cosas.

—Ya veremos sí dices eso cuando no puedas vivir sin mí, Jisoo —me quito los pantalones y ella observa mis boxers—. Anda, di algo.

Maestra Kim | Chaesoo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora