Maestra Kim | Chaesoo

9° [Rosé]

Kim me llamó hace dos segundos mientras yo caminaba en dirección a mi salón, hoy va en un pantalón negro de tiro alto ajustado a su cintura y una blusa blanca.

Se ve bien.

—Hola, Rosé. Hoy tendrán lista tu americana—. Asiento lentamente.

—Gracias, maestra. Tengo la suya en el bolso, pero está dentro de mi casillero— Murmuro. —Voy tarde a clase, ¿puedo dársela en el almuerzo?

—Claro, yo te busco—. Asiento y le sonrío. Me doy media vuelta y ella me detiene. —Rosé.

—Dígame— La observo directamente a los ojos. Ella no corta el contacto visual y yo tampoco. Realmente odio que la gente pueda manterme la mirada, usualmente no pueden y eso me hace sentir poderosa.

—¿Por qué te metiste a la clase de ruso?

Veo duda en sus ojos y eso provoca intriga en mí.

—¿Tiene alguna teoría?— Elevo mi ceja y ella suspira.

—¿No fue porque alguien te dijera que había una maestra lesbiana, no?— Comenta acariciando su cabello.

¿Ella realmente creyó que me daría morbo? Es decir, me gustan las mujeres pero ella está lejos de ser el tipo de mujer que me gustaría frecuentar.

—¿Cree que por ser lesbiana necesitaba follarme a la otra lesbiana disponible?— Ella no contesta. —Joder. Mire que estoy soltera pero no tanto.

Abre su boca y la cierra algo ofendida. ¿No debería ofenderme yo? Me dijo necesitada en cuatro idiomas diferentes.

—¿Disculpa?— Gruñe ella apretando los dientes.

—No se ofenda, Kim. Lo que pasa es que yo hasta que la vi con esa chica no creí que fueses lesbiana— Murmuro. —Y ya más en confianza... preferiría comer tierra antes que flirtear contigo.

—¿Gracias?

—¿Por qué tan desconfiada?— Elevo la ceja.

Su rostro se relaja levemente pero aún noto que se siente ofendida.

—Soy precavida, nada más. No quiero que nadie más se entere.

Ahora que lo noto, no queda gente en el pasillo.

—Yo creía que era la típica heterosexual que aceptaba favores sexuales a cambio de una subida de notas— Murmuro y ella niega con la cabeza repetidas veces.

—¿Esa es tu puta opinión sobre mí?— Eleva un poco el tono.

¿Tanto se ofendió? Podría haber sido peor, traté de medirme... lo juro.

—Era.

—Joder, gracias.

—Maestra llegaré tarde a clases, ahora que ya tiene claro que nadie más sabe aparte de mí... ¿Puedo irme?— Ella gira los ojos y avanza ignorandome.

Mi instinto me dice que la siga y le diga que no vuelva a girarme los ojos en su puta vida. Pero no tengo ganas de pelear, no tan temprano, menos por sus berrinches.

Ella pidió que le contestara, ¿no? Es decir, fui sincera. Falta gente sincera en éste mundo, y ella tuvo la suerte de toparse con alguien como yo.

Camino en dirección a la clase y el profesor de evolución histórica de la psicología estaba dando clase.

Mierda. Puse mi mejor carita de niña buena y llamé a la puerta. Luego de cinco minutos BoGum se acerca y me observa de pies a cabeza.

—¿Sí?— Pregunta de manera tosca. —¿Qué necesita?