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Pasó un rato desde que tuve una familia, todavía me duele recordar que cada uno tomó su lado, y estar con mi esposo no es suficiente. Eso sonó egoísta, pero es la realidad.

Mis hermanos eran como hijos para mi, hijos con la misma cara, eran yo. Quizás por eso me preocupo por ellos.

Me hubiese gustado darme los gustos que los niños de ahora tienen, para mi, esta nueva vida es un poco dolorosa, no tanto ya que estoy cerca del lugar donde nací, pero lo suficiente a la que me crié.

Mi esposo se acostumbró al llamado de los vendedores ambulantes, al de las ambulancias y el de la pólvora. Construimos una casa y la adornamos de cosas que trajimos de nuestro antiguo hogar. Es modesto. Pero lo amo.

A pesar del modo de vida que había llevado desde joven.

Por eso no soy infeliz.

Mi esposo me trae frutas cuando estoy cansado. Jugosas y abundantes y brillantes.

Mi esposo duerme hasta tarde conmigo, siempre se asegura de arroparme y besar mi frente antes de apagar las luces.

Mi esposo me ayuda a limpiar la casa, siempre tararea cuando organiza los cuadros.

Mi esposo cuida de nuestra mascota, le tomó tiempo encariñarse de ella, aún así la quiere.

Mi esposo no puede darme un hijo.

Porque, verás, tendría que dividirse.

Yo no puedo tener un hijo.

Porque tendría que dividirme.

Porque soy estéril.

Por eso no puden entender el por qué ella estaba tan decidida de morir y llevarse a su hijo consigo.

Tal vez era algún tipo de presentimiento, a la mujer le costaba respirar, y recostada cual costal en un callejón estiró su mano en un bulto de tela. Estaba tan absorto en el pálido rostro del niño que tiré la bolsa que sostenía en mi mano.

Sus ojos palpitantes me miraban mientras sus párpados caían.

Había recogido harina y algunos otros víveres, pero esto era tan aterrador.

Por el rabillo de mi ojo izquierdo observé el atardecer caer, pronto se volvería oscuro y los ladrones saquearian al desprevenido.

Estaba seguro que ella no quería ayuda, de no ¿ que sentido tendría el agonizar en silencio ?

Dejé el mercado en el suelo y corrí desesperadamente, la mujer soltó un jadeo forzado y se arrastró con sus pocas fuerzas.

Me llevé en los brazos el bulto de telas rasgadas y seguí girando las calles, donde el jardín artificial me daba alivio por las mañanas. Pero no podía ubicarme correctamente.

Miré detrás, la muchacha seguía esforzándose por seguirme el paso.

Yo también estaba por derrumbarme, había olvidado lo complicado que era correr a estas temperaturas. Espero ...

Espero que en mis brazos esté ... lo suficientemente cálido ...

– ¡ Por favor ! ¡ no te ... no te los lleves !

Colombia jadeó mientras corría, gritando o balbuceando incoherencias. Estaba seguro que lo que recorría en sus mejillas era un trágico sudor helado.

– ¡ no se alejen ! ¡ NO ME DEJEN !

Gritó. A lo último se estrelló con la puerta emitiendo un golpe en seco. Por la impresión Corea del Sur bajó rápidamente las escaleras y abrió. Sin pensarlo, casi por los pelos, entró arrastrándose, y deslizándose hasta golpearse la espalda en el sillón pudo finalmente soltar un miserable suspiró.

Sin aliento abrazó con fuerza el conjunto de retasos. Corea del Sur se acercó, agachandose acarició y besó su cabeza.

Confiado le enseñó el bulto.

Y tristemente lo sostuvo entre sus brazos.

– ¿ que pasa ? ¿ por qué estás tan triste ? – preguntó Colombia expectante –.

Que rostro tan bello, que expresión tan miserable.

– Colombia, entiende, no puedes estar pegado a algo que ya pasó ... así no funciona el consuelo ... devuelve este bebé al lugar donde lo sacaste o desaste de su cuerpo antes de-

Miró el rostro palidecido del niño, un cuerpo sin vida arropado en la suciedad.

– no, no. Esto ... está- el está muy bien solo, lo sostienes mal.

Estremecido por la carrera tomó el cadáver.

Caminó por la sala dándole la espalda y mesiendo. Puso su mano en su diminuta mejilla y con ansiedad trató de mover su cabeza. En un conflicto interno empezó a temblar mientras mordía su labio inferior, en un momento sacudió el cuerpo.

Corea del Sur no sabía si lo que había hecho fue una reacción por mera compasión.

Tal vez vio una puerta a la felicidad en aquel indigente.

– era un niño ... – gimoteó y se llevó la mano a la cabeza – Dios mio ...

Escuchó una risa inocente, y era tan triste que lo estremeció.

" por eso odio los niños "

Pensó.

Colombia tomó asiento mientras su mirada perdida caía en el bebé.

Tenía una sonrisa pacífica, una que endulzaba el paladar del Surcoreano. Por una vez en su vida sintió como su corazón se arrugaba.

Se acostó en sus piernas mientras observaba como Colombia besaba su frente.

– debes ... – murmuró Colombia aceptando que no había un futuro para el muerto, sin terminar la oración –.

– no puedo ...

Corea del Sur no podía deshacerse de algo que Colombia amaba. Estaba triste, tanto que se acobardó de asumir una despedida. Pero no le quedaba nada.

" adiós, deseo ... Milagro "


























Si, un poco de Colombia no estaría mal.

Ever Dream// Países en cuarentena ( 🇨🇴🇰🇷🇰🇵🇺🇲🇯🇵 ) #laveselajeta 🤳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora