Enid

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𝐒í 𝐜𝐥𝐚𝐫𝐨, 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐮 𝐝𝐢𝐠𝐚𝐬.- Se bufó el pequeño.

Merlina no le hizo caso ya que esta se encontraba recorriendo cada rincón de la habitación, recordando imágenes vivas de todo lo que habían hecho allí juntas.

Su mirada se perdió por debajo de la cama de su compañera, algo de color rosado estaba allí abajo. Se dispuso a descubrir de que se trataba y era un peluche.
Río, seguramente se le quedó del año pasado.

Lo tomó y sin pensarlo dos veces lo llevo hasta la altura de su rostro para percibir mejor el olor que desprendía de el.
Se ruborizó casi al instante, tenía su olor aún. Le parecía increíble que aún lo tuviera.

La puerta se abrió de par a par haciendo que la pelinegra se asustara y dejara caer el peluche que tenía en sus manos.

¡¡Roomie!!.-Su voz, era ella.

Sus ojos se pusieron redondos de impresión, estaba en shock.
Era ella, después de tanto, por fin volvía a ver a Enid.

La rubia la recibía con una sonrisa gigante y daba pequeños saltitos de emoción, al ver a la pelinegra en un estado de inercia.
Se dispuso a dar el primer paso para ir hacia ella.

Cuando sintió unos pasitos apresurados que se interponía en el camino, Dedos.

No aguantó su felicidad y corrió hacia Enid con desespero, la rubia lo recibió dulcemente y lo atrajo hacia su cuello mientras este le acariciaba el rostro sin cesar, como un cachorro.

La pelinegra reaccionó, apretó sus labios algo celosa. Habían quedado en que ella saludaría primero a Enid y el pequeño no dudó en traicionarla.

La rubia parecía haber decifrado lo que Merlina pensaba y bajó a Dedos hasta el piso. Su mirada se dirigió a la pelinegra y dió paso hasta quedar frente a ella.

Hola.- Dijo con una sonrisa en el rostro, tratando de ocultar su emoción.

Hola.- Respondió algo seca.

Te-te ves distinta.- Continuó la más baja abriendo la conversación.

Sí, me teñí el cabello.- Dijo algo risueña.- Sentía que el azul y rosa ya no me representaban tanto...Así que solo lo dejé rubio.

La pelinegra no podía dejar de mirarla, seria y con su semblante auténtico pero por dentro sentía que se veía bien, le daba un toque de madurez a su rostro.

Y, ¿bueno?.-Le preguntó Enid sacándola de sus pensamientos.

Sí, bonito.- Respondió sin pensar, haciendo reír a su compañera.

No, tonta.- Se burló.- Me refiero a que...ya sabes, si tú, si yo ¿puedo abrazarte?.- Preguntó con timidez y con cierto temor.

La pelinegra solo se limitó a asentir con la cabeza y a extender sus brazos. La más alta no pudo disimular su rostro de felicidad y se abalanzó a los brazos de la más baja.

Uniendo así sus corazones, compitiendo por cual latía más rápido. La rubia escondió su rostro entre el cuello de Merlina, así sintiendo su aroma tan peculiar. Mientras que la pelinegra aún permanecía algo inerte, poco a poco se fue derritiendo en el abrazo de Enid.

La recorrió con sus brazos y la acercó más a su cuerpo, la extrañaba. De eso no le cabía duda alguna.

I wanna be yours • WenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora