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Sus ojos se abrían con dificultad debido a la luz que entraba ferozmente de los ventanales cristalinos. Se sentía débil.
Apenas pudo soportar aquella luz un dolor punzante se hizo presente en el sector izquierdo de su cabeza.

Intentó sentarse mientras sus manos iban en dirección de su herida que por cierto estaba vendada. Un olor a químicos y guantes de goma la invadió, de pronto lo notó, estaba en la enfermería.

Cuando pudo sostenerse sentada unos segundos, inhaló profundamente llenando sus pulmones de aire y exhaló en busca de tranquilidad para su mente que solo pensaba en venganza.

Un chico bajo con su mirada clavada en unas hojas que traía en sus manos entró a la sala, Eugene.
El verlo le provocó una pizca de alegría, la cuál creció en el momento que este la notó.

Cielos, ya despertaste.- Dijo el chico llevando su mano al pecho en un intento de calmar el susto que se había llevado.

Hola...- Susurró la pelinegra con una leve sonrisa en su rostro.

¿Cómo te sientes?.- Preguntó Eugene, entregándole un vaso con agua.

Bien, no es la primera vez que recibo un golpe en la cabeza.- Respondió en tono sarcástico.

Aquí dice que tuviste una contusión leve.- Dijo el chico refiriéndose a las hojas que traía consigo.- Debes descansar hoy y tratar de no pensar tanto, mucho menos golpearte con alguien.

Si bueno, amo hacer esas dos cosas así que no cuentes con ello.- Respondió la chica mientras intentaba pararse.

Espera, te ayudo.- La socorrió, dejando que el peso de la pelinegra se apoyara en el.

Yo puedo sola.- Se quejó la pelinegra pero su amigo insistió en ayudarla.- Ugh, está bien.

Caminaron lentamente en dirección al cuarto de la gótica, quien débilmente se sostenía de Eugene. Luego de quejidos y pasos cortos llegaron hasta la habitación.

Abrieron la puerta y se encontraron con la loba durmiendo plácidamente mientras su saliva empapaba el peluche que estaba abrazando. Era una imagen sumamente adorable para ambos.

Se me olvidó decirte que estuvo acompañándote toda la noche.- Dijo el chico refiriéndose a Enid.

Dedos dió unos pequeños toques a la cama de Merlina en señal para que esta se recostara. Eugene la llevo hacía allí y se aseguró de recordarle que debía hacer reposo.

Sin más, el chico se despidió para luego caminar hacia la puerta. Se giró para ver a Enid una vez más, sonrió de manera boba y cerró la puerta de golpe.

Las garras de la rubia se mostraron de forma automática, había despertado alerta debido al ruido que la sacó de su sueño.
Miró rápidamente en busca de alguna amenaza y sus garras inmediatamente se escondieron al ver a la pelinegra.

Merlina...-Dijo la loba acercándose a ella con rapidez.

Enid...Me estas...apretando mucho.- Se quejó apenas la pelinegra ya que la rubia la tenía rodeada en un abrazo sumamente apretado.

¡Lo siento! ¿Estás bien? ¿Te lastimé?
¿Cómo te sientes?.- Invadió en preguntas a la pelinegra quien solo la miraba tiernamente.

Estoy bien.- Dijo calmando la ansiedad de su compañera.

Ay, estoy tan feliz de que estés bien.- Respondió la rubia antes de abrazar fuertemente a la gótica.

Merlina en esta ocasión no se quejó del agarre de Enid, ya que un sonido de golpeteo llamó su atención. Buscó con su mirada para ver de que se trataba y le sorprendió ver una cola de lobo muy alegre moviéndose de un lado para el otro con rapidez.

I wanna be yours • WenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora