Capitulo 56

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Voldemort apartó la vista de Lily y empezó a examinar su propio cuerpo. Las manos eran como grandes arañas blancas. Los ojos rojos, cuyas pupilas eran alargadas como las de un gato, refulgiendo en la oscuridad. Levantó las manos y flexionó los dedos con expresión embelesada y exultante. No hizo el menor caso a Colagusano, que se retorcía sangrando por el suelo, ni de la enorme serpiente que daba vueltas alrededor de Lily, emitiendo sutiles silbidos. Voldemort deslizó una mano en un bolsillo de la túnica y sacó una varita mágica. 

La acaricio suavemente y luego la levantó, apuntando con ella a Colagusano, que se elevó en el aire y fue a estrellarse contra la tumba a la que Lily estaba atada. Cayó a sus pies, desmadejado y llorando. Voldemort volvió sus ojos rojos hacia Lily y soltó una risa sin alegría, fría, aguda. 

—Señor...—rogó Colagusano con voz ahogada— señor...me prometiste...me prometiste...

—Levanta el brazo.—dijo Voldemort con desgana.

—¡Ah, señor...gracias, señor...!—alargó el muñón ensangrentado, pero Voldemort volvió a reírse.

—¡El otro brazo, Colagusano!

—Amo, por favor...por favor...

Voldemort se inclinó hacia él y tiró de su brazo izquierdo. Le retiró la manga por encima del codo y Lily vio algo en la piel, un tatuaje de color rojo intenso: la marca tenebrosa. Voldemort la examinó cuidadosamente, sin hacer caso del llanto incontrolable de Colagusano.

—Ha retornado.—dijo con voz suave.—Todos se habrán dado cuenta...y ahora veremos...ahora sabremos...

Apretó con su largo índice blanco la marca del brazo de Colagusano. La cicatriz volvió a dolerle, y Colagusano dejó escapar un nuevo alarido. Voldemort  retiró los dedos de la marca de Colagusano, la cual se había vuelto de un negro azabache. Con expresión de cruel satisfacción, Voldemort se irguió, echó atrás la cabeza y contempló el oscuro cementerio.

—Al notarlo, ¿cuántos tendrán el valor de regresar?—susurró, mirando las estrellas.— ¿Y cuántos serán lo bastante locos para no hacerlo?

Comenzó a pasear de un lado a otro ante Lily, Cedric y Colagusano, barriendo el cementerio con los ojos sin cesar. Después de un minuto volvió a mirar a Lily, y una cruel sonrisa torció su rostro de serpiente. 

—Estás sobre los restos de mi difunto padre, Lily. Era muggle y además idiota...como tu querida madre. Pero los dos han tenido su utilidad, ¿no? Tu madre murió para defenderte cuando eras una niña...A mi padre lo maté yo, y ya ves lo útil que me ha sido después de muerto. ¿Ves la casa de la colina, Potter? En ella vivió mi padre. Mi madre, una bruja que vivía en la aldea, se enamoró de el. Pero mi padre la abandonó cuando supo lo que ella era: no le gustaba la magia. 

»La abandonó y se marchó con sus padres muggles antes incluso de que yo naciera, Potter, y ella murió dándome a luz, así que me crié en un orfanato muggle...pero juré encontrarlo...Me vengué de él, de este loco que me dio su nombre, Tom Ryddle. 

»Lo que son las cosas: yo reviviendo mi historia familiar...Vaya, me estoy poniendo sentimental...¡Pero mira, Lily! Ahí vuelve mi verdadera familia...

El aire se llenó repentinamente de ruido de capas. Por entre las tumbas, detrás del tejo, en cada rincón umbrío, se aparecían magos, todos encapuchados y con máscara. Y uno a uno se iban acercando lenta, cautamente, como si apenas pudieran dar crédito a sus ojos. Voldemort permaneció en silencio, aguardando a que llegaran junto a él. Entonces uno de los mortífagos cayó de rodillas, se arrastró hacia Voldemort y le besó el bajo de la negra túnica.

—Señor...señor...—susurró.

Los mortífagos que estaban tras él hicieron lo mismo. Todos se le fueron acercando de rodillas, y le besaron la túnica antes de retroceder y levantarse para formar un círculo silencioso en torno a la tumba de Tom Ryddle, de forma que Lily, Cedric, Voldemort y Colagusano, que yacía en el suelo sollozando y retorciéndose, quedaron en el centro. 

Potter Girl [Draco Malfoy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora