15. Montescos y Capuletos

6 5 0
                                    

11 de Setiembre

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

11 de Setiembre. 

Me vuelvo a peinar acomodando mi cabello laceado a ambos lados de mi cara.

—¿Qué opinas?

Natalie me analiza y lleva atrás de mi oreja uno de los mechones.

—Así mejor, te da una vibra más angelical.

Veo a Frederick por el espejo y me despeina revoloteando mi cabello con su mano antes de que pueda apartarme.

—Así estas más bonita— se ríe.

Le doy una mirada molesta mientras agarro el cepillo para arreglar este desastre.

Frederick me abraza por los hombros y me susurra muy bajito:

—Es una broma, cuñis— me quita el cepillo de la mano y empieza a peinarme—, estas muy tensa hoy.

—Solo no descanse bien anoche— comento más relajado, cerrando los ojos para disfrutar del masaje en mi cuero cabelludo.

—¿Por qué?

—Mis vecinos hicieron una fiesta que duro toda la madrugada.

—Yo que tú llamaba a la policía.

Sonrío por su sugerencia maliciosa.

—Son buenos vecinos, ¿cómo está Margot?

—Bien, con mucho trabajo por lo que no nos hemos podido ver seguido esta semana, pero hacemos videollamadas y eso me basta— su tono es cariñoso.

—Que alguien te dé un babero— lo molesto.

—Tengo uno, pero se lo preste a Darren, anda babeando por una chica.

Es discreto porque estamos hablando en voz alta.

—¿Tú sabes quién es? — Natalie se gira hacia nosotros— Travis lo molestaba con una gata.

Eso llama mi atención y levanto las cejas inquisitivas.

—¿Gata? — pregunto.

Fred se ríe suavemente y me mira por el espejo.

—Sí, por los arañones en su espalda—me mira fijo unos segundos demás mientras la sonrisa maliciosa va tomando forma en su cara.

Natalie no se pierde eso y, sinceramente, es fácil que conecte los cavos sueltos, por lo que empieza a reírse a carcajadas.

—La gata...— vuelve a reír— la gata de Darren.

Aprieto los labios para no reír también, su risa es contagiosa.

Como si lo hubiésemos llamado, el susodicho entra, ya peinado, lo que deja en claro que ha pasado por el camerino de los chicos.

—No es chistoso— se queja.

Lo que cuesta decir Te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora