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— ¡Amor! —grita Jefferson desde la entrada de la casa de mi abuela. Acaba de llegar.
— ¡En la cocina! —grito de vuelta.
—Ustedes son muy pegajosos— se queja Daniela entrando a la cocina, detrás de ella viene Jefferson.
—Huele delicioso, señora Alicia —Jefferson besa la mano de mi abuela.
— ¿Cómo sabes que no he cocinado yo? —me cruzo de brazos y trato de fingir estar seria, pero fallo.
—Por qué tu cocina horrible, hermanita.
—Daniela, no seas entrometida —dice mi abuela.
—Mi mamá se tarda mucho en venir a recogerme —se queja mientras se avienta en el sillón de la sala.
En definitiva, no extraño ser una adolescente.
—Sabes que esta con Adolphe.
—Su novio —la molestia es clara en su voz.
No la veo, pero estoy segura de que giro los ojos.
— ¿Te recuerdo quien le dio la sugerencia de que tenga citas?
—Ya... pero no pensé que saldría tan rápido con alguien y menos con nuestro vecino.
Daniela sigue renegando de Adolphe pero no le doy toda mi atención porque la mano traviesa de mi novio se ha metido bajo mi polo, jugando con el borde de este.
—Mi abuela está aquí...—susurro.
Nana Ali que estaba lavando las ollas dándonos la espalda nos mira sobre su hombro.
—Oh no, por mí no se detengan.
Jefferson y yo reímos.
—Lo siento señora Alicia.
—Vieja pero no sorda, Lombardi. Ahora usa tus manos para poner la mesa.
21 de Agosto del 2015.
—A ver, para recontra aclarar ¿crees que estas sintiendo atracción por Darren? — dice del otro lado de la línea mi mejor amigo, con notable cansancio en la voz.
Estoy conduciendo hacia el gimnasio.
—Sí, pero de física no pasa.
— ¿Cómo sabes que solo es física?
—Porque él, bueno... no es feo y no puede ser sentimental, somos compañeros de trabajo...
—Amigos—corrige.
—... y no nos hemos conocido mucho como para decir que me he enamorado de su forma de ser. Solo sentí como...
