26. Comprar por docenas

7 5 0
                                    


—¡Vamos Bruce! ¡Bruce! ¡Bruce! ¡Bruce! —alentamos Jeana y yo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¡Vamos Bruce! ¡Bruce! ¡Bruce! ¡Bruce! —alentamos Jeana y yo.

Bruce nos sorprendió a todos cuando se bebió catorce shots, superando el récord de Nat, pero ella no se quedó atrás y tomo la misma cantidad. Ahora, diez minutos después, están jugando jenga.

Yo no podría ¿cómo es que contienen las arcadas?

Fred se para a mi lado y empieza a hacerle barra a Nat cuando saca otra de las maderas y las deja arriba de la torre sin hacerla balancear.

—¿Y Margot? — le pregunto, ahora que lo pienso hace buen rato no la veo.

—Se fue temprano, mañana tiene trabajo. ¡Alexandre!

Miro al frente y ahí está el cumpleañero, con una sonrisa malvada formándose en su rostro mientras acerca peligrosamente su mano a la torre.

—¡Yo gane! — grita, tumbando la torre y alzando los brazos.

Alguien le pasa la copa de Titanes y Alex la levanta triunfante de nuevo vitoreando.

Bruce se acerca a nosotros y Jeana lo hace girar.

—Salvaje, para o vomitare en serio. Dios, no sé en qué estaba pensando cuando dije que quería jugar— arrastra las palabras y se balancea— ¡y encima no hay ganador! siento que todo me da vueltas— se ríe— ¿a ti no?

—He bebido poco.

Jeana pasa la mano por una gran mancha de tequila en la camisa de Bruce.

—Llamare un taxi, para irme ¿vamos o te quedas?

—Yo los llevo— informo— ¿quieres que te preste una camiseta?

—Por favor, sí— se ríe—. Apesto a tequila. Oye, Jeana ¿te acuerdas cuando un día se me rompió la botella de champan? — me mira para a continuación explicarme el chiste— en vez de sacar el corcho termine rompiendo toda la botella. No tiene nada que ver con mi camisa mojada, pero me acorde y es chistoso. También una vez quise ¿has vito ese truco de destapar la cerveza con un cuchillo? Trate de hacerlo y adivina que...

Alguien se ha puesto hablador, le sonrío a Jeana cómplice. Ella mira entretenida a Bruce mientras habla y cuando cree que es suficiente de confesiones me pide las llaves para ir prendiendo el carro.

Le pido a Bruce que me siga hasta mi cuarto.

Le doy una camiseta y me llevo su camisa al cesto de la ropa sucia del primer piso, cuando vuelvo Frederick esta con Bruce.

—...o sea, no son feos, pero no son mis favoritos ¿entiendes? — Bruce habla con extrema seriedad, como un político.

—Sí, no sé por qué que hay tomarlos, no deberíamos de tomarlos ¿verdad? — responde Fred.

Ambos parecen discutir un tema serio, pero me resulta cómico.

—¿De qué hablan? — interrumpo entrando.

Lo que cuesta decir Te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora