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Capítulo 1
charlas matutinas

No soy para nada una persona de charlas triviales, pero soy peor por la mañana. Me gusta perderme en mis propios pensamientos, y ¿Qué razón hay para hablar de cosas insignificantes como el tiempo y la ropa que llevan los demás? No entiendo la necesidad de mantener una conversación cuando no hay nada importante de qué hablar. Por eso suelo salir de mi habitación lo suficientemente temprano como para que no haya otras personas cuando tome mi desayuno, y ni siquiera me fije en ella al principio.

—Buenos... buenos días.

Su voz entrecortada hace que levante la vista de mi plato y me quite un auricular mientras examino a la mujer que está a mi lado. Ella me mira fijamente con enormes ojos ingenuos, como si esperara que interactuara con ella de alguna manera, y puesto que no hay nadie más en la sala, no hay nadie más con quien pudiera estar hablando excepto conmigo No recuerdo haberla visto antes tan temprano en el comedor, y desde luego no parece un pájaro mañanero con esas ojeras.

—Oh. Buenos días —Respondo, esperando que esto sea suficiente para que ella me deje. Pero aparentemente, no lo es.

—¿Cómo es que estás levantado tan temprano? —La forma en que me examina de pies a cabeza es patética. Casi se le salen los ojos de las órbitas, y lo más probable es que ni siquiera se dé cuenta. No es la primera vez que intenta iniciar una conversación, pero he sido capaz de cortarla todas las veces anteriores.

Me encojo de hombros y presto más atención a la comida que tengo delante.

—Prefiero estar preparado para el día —Y que me dejen solo por las mañanas.

—De todas formas, el desayuno es la comida más importante del día, ¿no?

Ahí está otra vez. En algún lugar escondido dentro del cerebro de esa esta mujer puede haber una pizca de inteligencia, pero no encuentra la forma de salir de su boca. Al menos ella misma parece darse cuenta esta vez, ya que puedo puede ver cómo su rostro enrojece en cuestión de segundos mientras intenta ocultármelo. Y no puedo evitar reírme de su comportamiento.

—Claro que sí.

—Chishiya... —empieza ella de nuevo, exhalo un largo suspiro, esperando lo que pueda venir a continuación—. ¿Quieres compartir mesa para desayunar esta mañana? Me gustaría hablar con alguien.

Vuelvo a mirarla a los ojos, y todo su cuerpo se pone rígido de inmediato mientras espera mi respuesta. Esta mujer realmente espera que acceda, ¿verdad? Su cara sigue enrojecida y se está mordiendo el labio, y me recuerda a un perro que espera el cariño de su dueño, aunque éste no haga más que pegarle. ¿Qué clase de príncipe azul ve en mí? Sea lo que sea, cuanto antes se dé por vencida, mejor será para ambas partes.

—Hoy no estoy de humor para charlas. Lo siento —Vuelvo a ponerme el auricular y camino de vuelta a mi habitación, y no tengo que girarme para saber que ella me está mirando fijamente hasta que desaparezco tras la siguiente esquina, probablemente incluso con lágrimas en los ojos. Como a un cachorro al que acaban de pegar.

The Human Heart [Chishiya Shuntaro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora