Capítulo 11
La comodidad del silencioA los jugadores no se les permite abandonar la Playa, pero eso no significa que sea imposible dejar el hotel por un tiempo. Especialmente como Ejecutivo, ya que es uno más de los muchos privilegios de contar con la confianza de la gente del Sombrerero. No confían en mi lo suficiente como para revelar la ubicación de las cartas, pero al menos puedo disfrutar de un poco de paz fuera de la abarrotada y ruidosa Playa.
Sería fácil huir si quisiera. Los militantes intentarían perseguirme para traerme de vuelta y ponerme como ejemplo de advertencia. Lo más probable es que sus métodos sean la razón por la que nadie se atreve a abandonar la Playa definitivamente, porque aún no ha habido ningún éxito. Pero ninguno de esos tontos ha sido ni de lejos tan listo como yo, y se exactamente cómo lo hare una vez que esté en posesión de las cartas. Aunque no funcionaría con mi actual compañero.
Caminábamos despacio, ya que una cojera no le permite ir más rápido, y aunque ella confía en los analgésicos para pasar el día, se negó a quedarse en la Playa. Al menos ha sido lo suficientemente lista como para aprovechar estas últimas horas para recuperarse del alcohol, y ya no llora.
El ruido de la Playa se ahoga cuando pasamos por uno de los principales puentes de la autopista de Tokio, ahora completamente abandonado, salvo algunos coches aquí y allá. Tatta ya ha reparado la mayoría, y los que quedan aquí no sirven para nada.
—Sabes... si no fuera por los juegos, en realidad me gustaría quedarme en este mundo—Ha tardado mucho en romper el silencio, y parece hablar más consigo misma que conmigo. Mientras ella mira a su alrededor para admirar la belleza de un mundo abandonado, son sobre todo los juegos los que hacen que Borderland sea tan interesantes para mi. Y estoy seguro de que la mujer que está a mi lado cambiará de opinión una vez que la Playa se haya derrumbado.
—¿De dónde obtendrás agua? ¿Comida? ¿Electricidad? ¿Atención médica? —Ella no sabe cómo tratar una herida, o cómo cazar. Ella dependería de la comida enlatada, pero ¿cómo sobreviviría el invierno?—. La playa no estará ahí para siempre.
Su mano toca el viejo Mercedes y traza los dibujos florales en la pintura del coche. Parece tan típico de ella, interesarse por esos pequeños detalles que nadie más considera tan importantes como para fijarse en ellos. Lo único que se es que nunca compraría un coche con flores estampadas.
—Ya se me ocurriría algo. La gente siempre encuentra la manera, ¿no? Además, no estaría sola.
Tal vez sea cierto. Probablemente iría con alguien que supiera cómo sobrevivir, sin importarle si esa persona querría su presencia. Eso es algo en lo que es buena, ya que yo no quería su presencia al principio, y en algún momento no me importó. Eso también ha cambiado.
De repente me tocan la muñeca y muevo la cabeza hacia la mujer que está a mi lado. Aquí están de nuevo, los enormes ojos de cachorro tímido, y ahora que el rojo de todo el llanto se ha ido, me doy cuenta de que tienen más de un color. Apenas se nota, pero cuando la luz los capta en el momento justo, hay un matiz de algo más. Nunca me había fijado en eso en nadie, pero nunca me había interesado el color de los ojos en general. El hecho de que este detalle brille ahora con tanta intensidad me irrita, y en su lugar me concentro en el puente.
Sin embargo, cedo a su silenciosa petición y saco la mano del bolsillo con un suspiro. Ella la coge y entrelaza sus dedos con los míos, con el mismo cuidado y delicadeza que ha tenido con el beso. Eso es lo peor. La forma en que lo alarga, obligándome a concentrarme en algo que de otro modo habría podido ignorar.
—Esta terquedad tuya es increíble —Y, sin embargo, no hay incomodidad en el calor de mi mano. Su agarre es lo suficientemente flojo como para que yo pueda soltarme en cualquier momento, pero lo suficientemente fuerte como para sentir el ligero movimiento de su pulgar sobre el dorso de mi mano.
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The Human Heart [Chishiya Shuntaro]
Teen FictionA Chishiya Shuntaro no le importan los demás. Hasta que un día, cierta mujer intenta cambiar eso. Y parece que Chishiya no puede salir de esta... no sin ceder al corazón que nunca pensó que existiera - o silenciar el suyo por completo.