Capítulo 1

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Gato, Kitty y Perrito acababan de robar el barco del gobernador de Del Mar, para iniciar la primera aventura de la Banda Amistad.

Tras llegar a mar abierto, todos empezaron a cabilar en privado, en distintos lugares de la cubierta del barco.

Gato estaba sencillamente feliz de poder alejarse de la muerte y del Reino de España, en donde había tenido tantos problemas, para poder pasar su última vida, con verdadera felicidad y sentido, al lado de su nuevo amigo y la gata que amaba y que erróneamente creyó haber perdido.

Kitty también se alegraba de dejar España, pero no estaba segura de encajar en el lugar misterioso al que se dirijan (Gato lo mantenía en secreto) pero sobretodo, no dejaba de temer que Gato siguiera siendo el mismo de antes, y se repitiera la misma historia. Ella si estaba segura de que lo amaba, y lo amó todo el tiempo que estuvieron separados, a pesar de que trató desesperadamente de odiarlo.

Perrito no tenía ninguna preocupación. Confiaba en el criterio Gato, y le entusiasmaba vivir aventuras al lado de sus amigos felinos.

El sol, que hasta hacia poco había estado en pleno esplendor, empezaba a seder su lugar a la luna. La patrona de los amantes, la llamaba Gato, y agradecía que estuviera llena y hermosa justo cuando la necesitaba.

Kitty sugirió bajar a inspeccionar los camarotes (al tratarse de un barco tan lujoso, sería bastante agradable, sobretodo pera los mininos) para elegir en cual dormir.

-Kitty, ¿Puedo hablar contigo en privado?- había pospuesto esa conversación varias veces, en los dos días que llevaban los tres juntos, con la excusa de que Perrito intervendría.

-Claro- contestó la ojiazul.

Perrito les movió la cola a ambos. Desde luego que no conocía el significado de privado.

-¿Por que no bajas a inspeccionar los camarotes de primero?- le sugirió Kitty -Es un trabajo muy importante que no se lo confiaríamos a cualquiera. ¿Verdad, Gato?

El anaranjado asintió.

Perrito, entusiasmado, prometió que encontraría el mejor camarote de todos, para que fuera la sede de la Banda Amistad.

-Y bien, ¿Que querías decirme?- Kitty estaba algo nerviosa por lo que podría deparar aquella conversación, pero decidida a ser directa.

-Ahh... señorita mía...querida Kitty- trastabilló Gato.

-¿Te estás avergonzando, botas?- no podía dejar pasar esa oportunidad para burlarse del naranja. Bien sabía que él haría lo mismo en una situación inversa.

-Por supuesto que no- se indigno él, inflando el pecho -Solo que se trata de un tema delicado que quería hablar contigo y yo...pues...no sabría cómo empezar.

-¿En serio eres el mismo tipo que me habló orgullosamente de apodo de Amante Peludo? -Quiso pincharlo una vez más.

Para su sorpresa, no se concentró en la puya y sonrió melancólicamente.

-Una noche maravillosa, aquella. Precisamente quería hablarte de algo que te dije aquella noche.

Su compañera también sonrió, recordando la pequeña celebración con baile que hicieron Gato, Humpty y ella después de robar a la Ganza Dorada.

-¿De que, concretamente?

-Te propuse que continuaramos nuestros caminos separados, juntos, y quisiera volverte a pedir eso.

Kitty lo miró lenta y consensuadamente.

-En este momento estamos juntos, ¿lo recuerdas?, estamos en el mismo barco, y vamos hacia el mismo destino.

-No me refiero a estar terrenalmente juntos, y lo sabes bien. Hace poco te dije que fue un error alejarme de ti en Santa Coloma, y que lo que más deseaba en esta vida era compartirla contigo.

La gata blanqinegra pestañeó.

-¿Y quieres una respuesta ahora mismo?

-De que debería decirte que no, porque necesitas tiempo para pensarlo, pero la verdad es que quiero que me contestes ya- sonrío Gato.

-Pues... nuestra antigua relación me hizo daño, no lo niego, pero me sigues gustando, y si tú sientes lo mismo me gustaría darnos una segunda oportunidad -prefirió no dejar tan claro lo profundo de sus sentimientos.

-¿Estas segura, Kitty?- por mucho que se alegraba de obtener una respuesta afirmativa, quería que ella estuviera convencida.

-No, Gato, no lo estoy. Pero quiero una oportunidad.

Gato le acarició la mejilla.

-Prometo ser digno de tu confianza.

Kitty sonrió. De la misma manera que cuando quería que la besara, recordó Gato.

Fue él quien acercó sus labios a los de Kitty, y ella completo la última parte.

Ambos rememoraron sensaciones que hacía años no sentían, ni siquiera Gato, con todas sus amantes.

Terminaron el beso suavemente, con menos pasión de la que desbordaba el primero, dado en aquel bar de gatos, pero con muchos más sentimientos.

Fue el anaranjado quien rompió el silencio.

-Deberíamos ir a ver qué hace Perrito, hace un buen rato que bajo.

-Si, claro- la bicolor se mostró de acuerdo.

Ambos bajaron de la cubierta, por la lujosa escalera con alfombra de terciopelo rojo.

-Este barco ha sido un buen robo- dijo la ojiazul con ganas de charlar. Curiosamente, ahora se sentían más cómodos el uno con el otro que antes.

-Si, e increíblemente fácil- confirmó su compañero- el vigilante estaba tan borracho que nos saludó cuando nos alejamos.

-Si embargo, no es tan fácil como ésto.

Gato parpadeó y se llevó una mano a la cabeza. El sombrero que hasta hace poco llevaba ahora estaba en el poder de la minina que tenía en frente.

-!Deja de hacer eso!- protestó el macho.

Ella sonrió y le devolvió el sombrero.

-Aprende a tener mejores reflejos, botas.

-Sabes que no podré, patitas suaves. No puedo sentir tus patas cuando no lo deseas

-Eso sonó algo cursi, ¿no?

-Que gatita tan irrespetuosa- fingió regañarla Gato- Perrito estará muy cerca seguramente.

-Y eso lo dice el señor Doble Retozón.

-Solo cuando no estas tú.

Entraron al que debía ser el camarote del gobernador, y vieron al Perrito saltando y corriendo sin descanso por la gran y acolchada cama.

-Gato, Kitty, subanse, esto en genial- los invitó muy emocionado.

Le hicieron caso y Gato lo agarro para que no les saltara encima.

-Calmate un poco, perrito- le dijo.

-Esta bien- aceptó el can- pero es que es tan alucinante.

-Ya es tarde y debemos dormir. Si queremos levantarnos temprano debemos dormir temprano- impusó la gata blanqinegra.

-Si, si, claro- Perrito se hizo un ovillo en el centro de la cama y Gato y Kitty se acomodaron a los lados.

-Buenas noches, amigos- dijo, y medio segundo después empezó a roncar suavemente.

-Buenas noches- se unió Kitty.

-Buenas noches- termino Gato, mirando específicamente a la otra que se mantenía despierta.

Se sintieron mutuamente y cerraron los ojos. Con la tranquilidad de saberse a salvo y entre amigos, se durmieron profundamente.

El Gato con Botas: La última vida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora