Capítulo 17

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(Este capítulo está dedicado a todos los que querían un enfrentamiento entre Kitty y Sheila)

-¿¡Estas loco!? ¿O eres un idiota?

-Kitty, si no quieres participar no lo hagas, no me importa lo que diga la muerte, no te expondré al peligro si no quieres...

-Yo si quiero pasar a la acción, él que me preocupa eres tú.

-¿Yo? Creo que no te entiendo.

-Por muy sencillo que sea la misión, vas a tratar de hacerlo todo para "protegernos" a Perrito y a mí. Y no te quedan vidas de sobra...

-Es natural que trate de protegerlos, son lo más importante en el mundo para mí.

-Te lo agradezco, Gato, pero sabes que puedo defenderme por mi misma. Y cuidar de Perrito.

-Pero entonces, ¿Aceptas está misión? La muerte dijo que es el precio de mi cabeza.

-¡GATO! ¡¿POR QUÉ NO EMPEZASTE DICIENDO ESO?!

-Es un motivo egoísta- murmuró el anaranjado.

-Al contrario, es un motivo muy lógico, más que hacerle un favor a la muerte porque te lo suplicó. Acepto sin dudarlo, vamos a hablar con Perrito.

-Hay que ir a recogerlo primero, iré yo.

-De acuerdo, mientras tanto voy a guardar provisiones para nuestra aventurilla.

Gato asintió, le dió un beso y se fue.

La ojiazul salió con calma buscar el dinero escondido que había recibido de las joyas robadas. Podría haber robado la comida directamente, pero le había prometido a Gato no robar en la ciudad.

Saco unas cuantas monedas de oro (un par para comprar dulces para perro) y salió del área de las habitaciones de invitados del castillo.

Cuando iba muy tranquila por un pasillo, vió a una gata de pelo largo y color canela, con ojos amarillos que la miraban desafiantes.

-Así que eres tú- empezó la desconocida- de cerca ni siquiera eres bonita.

-No tengo ni idea de quién eres, ni que quieres, así que solo vete.

-Soy Sheila- su tono era altivo.

-No te pregunté tu nombre- a Kitty le daba mala espina esa creída, y estaba segura de que Gato la había mencionado una vez.

-La famosa Kitty Patitas Suaves, con quién mi amor soñaba ocasionalmente.

-¿A que te refieres?

-¡Eres tonta además de fea! No puedo creer que Gato se casará contigo sabiendo que yo estaba estaba aquí- se interpuso entre Kitty y una puerta.

-Tú estás loca, sal de mi camino.

-No lo sueñes, si ni siquiera tienes garras- la gata canela rugió. Eso irritó a la blanquinegra, para quien sus garras perdidas seguían siendo un tema muy delicado.

-No necesito garras para alejarte de mi esposo, pero que quede claro que no soy una persona celosa, ¡es porque te lo has buscado!

Tras decir eso, Kitty sacó su espada y la dirigió a Sheila.

-¿Que? Pero...yo...¿Cómo sabes manejar una espada?

-Gato no se casaría con una inútil indefensa como tú- sonrió la ojiazul con orgullo. Después utilizó su espada con cuidado, dañando y cortando el largo pelaje del lado izquierdo de la canela, pero sin sacarle nada de sangre- se que esto es muy compasivo de mi parte, sería mejor matarte, pero a Perrito y a Gato les gustaría quedarse en este castillo por una temporada...

Antes de que acabará de hablar, Sheila ya había huido, lamentándose por el daño de su (antiguamente) cuidado pelo.

Soy la mejor persona del mundo, pensó Kitty.

Salió del castillo para esperar al resto del Equipo Amistad, pero no estaba preparada para que Perrito se le abalanzara a abrazarla.

-¡Te extrañe tantooo! Seguramente contigo y Gato los Drago- burros no habrían intentado comerme.

-¿¡Te intentaron comer!?- la bicolor decidió que era mejor que Perrito no se juntara más con los hijos de una dragona.

-Solo era un juego, muy divertido además. Me recordó cuando jugaba con mi camada y nuestros dueños.

Los felinos cruzaron "esa mirada" y trataron de ignorar el tema.

-¿Gato ya te ha dicho de nuestro posible siguiente trabajo?

-Si- no sonaba mínimamente preocupado.

-¿Que crees que deberíamos hacer?- lo consultó el atigrado.

-Creo que deberíamos ayudarlo. Así nos haremos amigos y dejará en paz a Gato- dijo con ingenuidad.

Aunque la motivación de los felinos no era esa, todos ya había aceptado el todavía no conocido encargo, solo faltaba comunicarse con la muerte.

-Por cierto, ¿Como hablaremos con él?- preguntó la blanquinegra.

-No se, no lo dijo. Muerte, ¿Tas por ahí?

-En verdad eres un idiota.

-Pero me quieres, por algo te cuadre conmigo.

-Ya empiezo a dudar.

-Jajaja, no lo creo.

Mientras los felinos seguían bromeando, Perrito olió algo que no pudo identificar. Estaba seguro de que conocía ese olor de hace poco, pero no llegaba a su mente.

De la nada, vivo un lobo enorme mirando burlón a sus amigos.

-Oigan, chicos- empezó dubitativo, porque no le agradaba la sonrisa macabra de la muerte.

-Y no te he pegado con una guitarra desde hace años. ¿Que dices, Perrito?

-Escuche que me llamabas, Gato con Botas.

Él mencionado y su esposa se quedaron rígidos por un momento cuando voltearon a verlo.

-¿Sorprendidos?

-No pierdas el tiempo y dinos que quieres que hagamos- Kitty, a pesar de nunca haber hablado con el lobo, fue quien tomó el mando de la situación.

-Ya que insistes- le dirigió una desagradable sonrisa a la ojiazul y continuó- como ya le expliqué a Gato, hay un aventurero anciano que ya debería estar muerto, pero que yo por ciertas... razones que los mortales no deben conocer, no puedo ocuparme de él.

-Espera- dijo Perrito- ¿Debemos hacer algo malo?

-Para nada, solo deben hablar con él y convencerlo de que ya es su tiempo.

-¿Donde esta ese aventurero?- preguntó el de las botas.

-Vive en el pueblo cercano de esta ciudad- les informó la muerte- no se exactamente dónde, eso tendrán que averiguarlo ustedes.

-Y por último, ¿Quien es?

-Un gato viejo con complejo de héroe- masculló el lobo.

-De verdad, Muerte, no hace falta que te burles de mi. Y que quede claro que no soy viejo.

-¿Burlarme de ti? Solo estoy respondiendo a tu pregunta.

-Entonces- Kitty, alarmada, agarró su espada- lo que quieres que matemos a Gato. ¡Ni lo sueñes!

-Por supuesto- confirmó el perro- somos un equipo, no nos traicionar emos jamás.

-Pero tranquilos, si no he dicho nada aún- se rió el lobo- no me refiero a Gato, habló del antiguamente famoso El Guante Blanco.





El Gato con Botas: La última vida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora