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Con la llegada de Mayo y los 6 meses de embarazo de Memo, llegaron nuevas cosas.

Mateo al fin decidió moverse, y ahora Lionel y Guillermo sabían que se trataba de un él.

De un niño.

Pero Messi aún guardaba la esperanza de poder darle la niña a Memo en unos años más.

Cada día que pasaba, estaba seguro de no quererse separar nunca de Ochoa, y Memo... Bueno, él aún se ponía difícil con el tema, pero sus buenos besos le robaba al argentino, no iba a desaprovechar semejante oportunidad.

Todo con la nueva familia iba relativamente bien, exceptuando el pronto abandono de estudios por parte de Memo y Lionel apenas terminara el semestre.

No estaban para nada listos de decirle adiós... Pero sin apoyo, no había nada más que pudieran hacer.

Ahora era un sábado de mayo por la noche, Guardado había salido de fiesta como usualmente hacía, y aunque Memo no lo quisiera, estaría completamente a solas con Messi.

¡Es niña, es niña!un pequeño niño pelirrojo se burlaba de Guillermo de tan sólo 9 años.

Seguido de un montón de niños más que se burlaban de él.

¡Ya cállense!

Nada más las mujeres pueden quedar panzonas.

El recuerdo de su secreto siendo contado por toda la escuela primaria regresó de golpe a su memoria.

¡Eres niña, eres niña!— decían todos al unísono.

El que más se burlaba era ese niño, Saúl.

Ni tan niña, porque una niña no te puede dar en tu madre, pendejo. — apretó los ojos con fuerza al tiempo que se rodaba en la cama y se encogía.

Una pesadilla, de eso se trataba.

—Memo, rulitos...— una tenue voz se hizo presente haciéndolo abrir poco a poco los ojos mientras sentía sus sienes punzar. —Memo, ardés en fiebre. — escuchó decir a Lionel al tiempo que lo vislumbraba.

— ¿Qué pedo? ¿Qué haces aquí?- preguntó un tanto confundido al tiempo que sentía a Messi sentado a su lado en el borde de la cama.

—Escuché ruido y vine a verte. — sintió la mano tibia de Messi tocando su frente. —Guillermo por dios, tenés la cara roja. — ahora ambas manos lo tomaron por las mejillas. —Esto es grave.

—Con un trapito húmedo en la frente se me quita.

—Yo no lo creo.

—No hagas tanto pedo, es sólo una pinche fiebre pedorra. — Lionel se negó ante ello y salió del cuarto en busca de un termómetro para poder restregarle en la cara a Memo que no siempre podía tener la razón.

Obligó al rizado a tomarse la temperatura a mitad de la noche, al terminar Lionel retiró el termómetro de su boca.

—Memito, tenés 38.2 grados...

— ¿Y eso es malo?

—Es malo si un bebé depende de vos, bonito.

Bonito.

Ya no sabía si las mejillas rojas eran por la fiebre o el cumplido... Le gustaba.

—Mañana en cuanto salga el primer rayo de sol te voy a llevar al médico... No podés estar así Guille, no quiero que algo te pase ni a vos ni a mi bebé.

𝘏𝘢𝘴𝘵𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘵𝘦 𝘤𝘰𝘯𝘰𝘤í ||𝘔𝘦𝘴𝘴𝘪 𝘹 𝘖𝘤𝘩𝘰𝘢|| (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora