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Arlene

El día aún no había terminado y yo había caído en esta realidad extraña donde gente quería matarme y estaba presa en esta casa con seres de cuento de terror.

Vampiros, siempre había creído que eran solo historias que te contaban para asustarte, jamás en mi mente hubo espacio para creer que pudieran siquiera existir.

Y todo esto, fuera un sueño o no, no podía quedarme quieta.

No podía quedarme en aquella casa. Tenía que seguir mis averiguaciones.

Demian se había ido, seguro demoraría en regresar. El hermano y la esposa no sé por dónde andaban, casi no los había visto en la casa. Imaginé que no interferirían.

Sabía lo que dijo Demian, que me quedara en la casa pero,...era mi vida la que estaba en juego y no quería dejarla en manos de otros, por más confianza que me brindaran.

Me armé de paciencia y con ayuda de Bettly, me cambié la ropa y salí al corredor. Caminé despacio hacia las escaleras.

—¿Mademoiselle?—Una voz femenina hizo que me sobresaltara. Por detrás se acercó mademoiselle Astrid, con su larga cabellera castaña trenzada a un lado y hermosos apliques dorados en todo el pelo. Sus ojos de un marrón profundo me inspeccionaron de pies a cabeza.—¿Qué haces vestida así?

—Mademoiselle—hice una reverencia.

—Sin reverencias por favor, aquí estamos todos entre amigos—sus manos hicieron un gesto de unidad.—¿Me decías? ¿tu ropa?

—Sí, mi ropa—pensé lo más rápido que pude—Bettly estuvo acomodando el armario y esto fue lo primero que encontró. Pero no la regañes por favor, por mi está bien.—Su mirada confusa no me daba la seguridad de haber caído en mi mentira.

—Bueno—dijo a los minutos—demos un paseo—me tomó del brazo y caminamos por el corredor.—¿Qué te parece la casa? ¿te tratan bien?

—Oh sí, si—me apuré a contestar—todo ha sido de mi agrado.—entonces se percató de mi brazo vendado, un poco de la venda se salía por debajo del vestido.

—¿Qué te pasó?—levantó mi brazo y lo miró con detenimiento—¿fue Demian? ¿él te hizo esto?

—¡No!—me apresuré a decir—él no hizo nada, lo juro.

—Sabes—seguimos caminando—a veces las presas se encariñan con el agresor y lo defienden aunque les infrinja daño.

—De verdad que no, él ha sido bueno conmigo—me esfuerzo lo más que puedo por que me crea, fue mi culpa y no quiero que él pague por mi tontería.

—¿Demian bueno con alguien?—bufó.

—Sí, cuando estaba triste, él me consoló.

—No te olvides—me miró a los ojos—que por él estás aquí. Veo que eres una buena chica, pero no necesitas encontrar la bondad en todos, algunos simplemente no la tienen. Como Demian, él solo es un vampiro deseoso de beber sangre humana, no le importa nada más.—Lo comprendí y lo comprendí muy bien. Recordé sus ojos inyectados en rojo, mirando mi brazo ensangrentado, pude sentir su deseo febril por beber mi sangre pero,... algo se lo había impedido, ¿eran su hermano y Astrid los que lo mantenían a raya? ¿o había algo más de lo que no me estaba enterando?

—Comprendo—dije—no debo confiar en él.

—No tanto así, solo mantente alerta—hizo una pausa—bueno, yo sigo mi camino a mi habitación, fue un placer hablar contigo.

—Lo mismo digo—sonriendo se alejó, esperé que se perdiera de vista para seguir por mi camino.

Bajé las escaleras y me enfrenté a Louis.

La chica de RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora