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Arlene

Abrí los ojos, estaba en una pequeña cama en una habitación. Miré mis manos, se veían igual que antes, se sentían igual. Revisé mi cara... no me encontré, no me sentí distinta. ¿Cuánto tiempo habrá pasado? Demian... él estaba muerto ya. Algo dentro mío se quebró al recordar.

Se sacrificó por mí, incluso me prometió que sería feliz sin él. Yo, yo... yo ni siquiera fui capaz de decirle lo que sentía antes de que lo hiciera. Lo dejé morir por mí sin decirle cuánto lo quiero y ahora cargaré con este peso toda mi vida.

La puerta se abrió de golpe y entró mi madre ¿mi madre?

—¡Arlene! ¡cariño! —corrió hacia mi y me abrazó, ¡oh! hacía tanto que no recibía uno de esos abrazos. ¡Cuánto la echaba de menos! Su perfume, la suavidad de su ropa, sus caricias. Todo estaba bien con ella.

—Mamá— me entraron unas ganas tremendas de llorar y no lo pude contener— no sabes todo lo que ha pasado.

—Tranquila mi niña—me acarició el cabello— desahógate tranquila—me alcanzó un pañuelo y me limpié la cara.

—Tienes que alejarte de mi, mamá, no sabes lo que soy ahora— dije hipando y ella se echó a reír. No comprendí el motivo de risa.

—Tranquila mi niña—siguió acariciando mi cabello— no eres un vampiro, si eso es lo que crees.

¿Qué? ¿Cómo? ¿De qué me perdí?

—¿De qué hablas? — ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente o muerta?

—Tu padre— me miró seriamente— tu verdadero padre, estuvo allí y te salvó.

—Demian me mató, estoy casi segura de eso, mamá.

—Lo sé, y así fue. Pero tu padre te salvó. Verás —se sentó cómoda a mi lado— tu padre es un ser muy especial. Él y los de su clase, se pasean entre nosotros y se mezclan en la sociedad. Yo lo conocí hace muchos años en unas vacaciones que tuvimos con tu "no" padre. Nos hicimos amigos y luego me reveló lo que era. Yo sabía que tú eras especial desde antes de nacer. Tu sangre es muy pura, por eso es veneno para algo tan sucio como un vampiro.

—Sigo sin comprender.

—Tu padre es un ángel.

—No estoy de bromas, mamá.

—No es ninguna broma, te lo juro, hija.

Todo parecía un maldito chiste. Pero tampoco era algo tan disparatado, si los vampiros existían, los ángeles ¿por qué no?

—¿Demian? ¿qué pasó con él? ¿él sí murió? — dejé la pregunta en el aire esperanzada y sin esperar demasiado.

—Él está bien— él corazón me dió un vuelco— estuvo aquí hasta esta madrugada, quiso asegurarse que estuvieras bien y luego se fue.

—¿A dónde? —fui consciente de mi desesperación en preguntar.

—No dijo, solo se despidió de todos y se fue a la estación de tren. —me vió la mirada— lo siento hija, estoy segura que lo quieres pero es un vampiro. Podrás encontrar buenos caballeros para tí, adonde vamos— sonrió. Y no lo dudé. Pero ya estaba empezando a descreer todo lo que había armado en mi cabeza acerca del futuro prometedor lejos de Demian. Por supuesto que quería una vida normal, un estatus, fiestas, almuerzos, amigos. Una vida bajo el sol. Las tardes de verano. Pero luego estaba él, me quería y lo había dado todo por mí. Y no era por gratitud, yo sentía algo que nunca había sentido antes, me quemaba en el pecho y me ardía en la garganta rogándome por salir. Yo lo quería.

La chica de RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora