18

12 2 14
                                    

Arlene

Los invitados comenzaron a llegar, el primero fue monsieur Bernard, y detrás suyo desfilaron los demás, hasta que lo ví a él.

Venía bien peinado, con sus ropas de gala, las que siempre usaba en estas ocasiones. Se lo notaba serio, más que de costumbre. Miraba disimuladamente a los lados, como buscando algo o a alguien, ¿él sabía que yo estaba aquí? No, no podía saberlo. De ser así, ¿por qué no había venido a por mí? Deseché la idea cuando se sentó junto a sus compañeros de siempre y rieron como si nada sucediera. Me pregunté cuanto tardaría en salir el tema de mi secuestro.

El salón comedor estaba divinamente acomodado, las luces de los candelabros iluminaban la mesa donde Lukyan presidía y Demian lo secundaba. Demian vestía muy bien, mas a puesto de lo normal y me pregunté si eso era posible.

Astrid pasó por mi lado y me tomó del brazo.

—Venga ya, deja de pensar en quitarle la ropa a Demian y vayamos a la mesa.

—¿Qué? Yo... ¿Cómo?

—Tranquila. Te conozco corazón— me empujó haciéndome andar a su lado y ambas entramos al salón comedor donde todos los hombres se pusieron de pie al vernos. Ella tomó sitio a la derecha de Lukyan y yo me senté frente a Demian, quien no se dignó a verme, justo como la otra vez.

Todos tomaron asiento nuevamente.

Me moría de ganas de ver a mi padre. Él estaba sentado casi en la otra esquina, miré en su dirección y enseguida volteó a verme. Rehuí de su mirada sonriendo a los otros invitados y esperé nerviosa el momento en que sirvieran la comida. El dia se estaba alargando demasiado. Creía que la cena sería un gran momento, que serviría de algo pero ahora creía que no serviría de nada. Ni siquiera podía acercarme a mi padre sin evadir su mirada. Nada era como lo había imaginado.

Intenté levantarme pero me encontré con la desafiante mirada de Astrid, claro, ella sabía mis intenciones. "Sientate" oí decir en mi mente "y relájate". Respiré hondo y bebí un poco de la bebida que había servida en mi copa. Traté de relajarme, como ella quería. No pensé en nada, eso era lo que me ayudaría tal vez.

Trajeron la comida y durante todo ese tiempo la conversación se volvió muy amena en la mesa. Todas las familias invitadas eran muy amables y se esforzaron muchísimo en pasar un buen rato.

Omitieron por completo el tema de la hija secuestrada, no supe si no les interesaba más o simplemente ya lo habrían olvidado. En cualquier caso, pude sentir lo poco que interesaba yo, en la sociedad. Podía estar secuestrada, perdida o muerta y nadie iba a mover un pelo por mi. Al menos nadie de los presentes allí.

Los postres estaban deliciosos y en ellos me perdí un poco dejando ir mis frustraciones de aquella noche. Por momentos descubría a Demian mirándome, pero solo lo ignoraba y ponía toda mi atención en la crema que tenía delante. Repetí la tarta de fresa y crema y me relajé en mi pesadez. No hablé con nadie, me limité a comer y a relamerse los dedos. Astrid me miraba boquiabierta.

"Pon un poco de decoro, por favor" oí a su voz decirme, le contesté aunque no sabía si me oía: "como, como se me da la gana. Gracias por preocuparte."

—¿Quién quiere deleitarse con un poco de música en el salón? —dijo Lukyan poniéndose de pie y señalando el camino con la mano. Todos los siguieron entre sonrisas y palabras vivarachas. Se lo estaban pasando en grande.

—Mademoiselle— se acercó Gerárd— ¿la acompaño al salón? —lo miré limpiandome la boca con la servilleta, y luego miré hacia Demian, quien lo fulminaba con la mirada. —Claro, si a usted monsieur no le molesta— continuó notando esa mirada.

La chica de RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora