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Arlene

Bettly tuvo la desfachatez de aparecer un rato más tarde para prepararme.

—¿Qué haces aqui?

—Tengo que vestirla mademoiselle.—Pensé en dispensarla de su tarea pero la necesitaba. Le dije que sí con la cabeza y se acercó a buscarme la ropa. Seleccionó un hermoso vestido verde con strass y pequeñas incrustaciones de perlas. Me ayudó a ponerlo, a cerrar el corsé, mantener todo en su sitio. Cada tirón era un hilo que jalaba de mi ser, un poquito más que apretaba en mi, sacando lo malo, exprimiendo fibras oscuras, marchitando lo que quedaba limpio de mi corazón. No debería pensar así, no tendría que dejarme llevar por esa oscuridad que comenzaba a sentir dentro, que no me gustaba admitir, pero que ahí estaba. Demian era el monstruo, no yo. Pero sin embargo, había descubierto que todos tenemos una parte sin descubrir, sin explorar. Bueno, no todos. Algunos se dejan consumir por ella y arrasan a su paso. Yo acabo de descubrir que no soy tan buena como creía. Ahora que estoy fuera del círculo, que no tengo normas que seguir, que ya nadie me dice que hacer ni a dónde ir. Ahora que soy libre en cierta manera, comienzo a descubrir que tengo pensamientos e ideas que antes no se me permitían tener. Siento mucho rencor y tal vez odio, ¿siento odio? ¿Soy capaz de sentir odio? Bettly trató de matar a Demian, lo hizo brutalmente, lo vio arder y huyó. El ataque fue hacia mi, lo sé, lo siento.

Me peina, lo hace desconsideradamente, no me quejo, trato de mantener la compostura pero esto me supera.

—Bettly ¿qué estás haciendo?

—Arreglando a la princesa—su tono vulgar descomprime las partes de mi cuerpo que trato de serenar. Me puse de pie y la enfrenté. Le arranqué el peine de las manos y se lo lancé por la cabeza, con lo mínimo tuvo tiempo de esquivarlo.

—¿Cuál es tu problema? ¿Qué te hice yo?

—Tú eres mi problema—se larga a decir ferozmente—¡todo era perfecto hasta que llegaste tú! ¡Con esas galas y ademanes de princesita, te compraste a la única persona que me interesaba en el mundo!—casi siento pena por ella, casi. Me mira con el mayor de los disgustos y me escupe, me cubro con el brazo justo a tiempo y el temor, el odio y la duda, todo se mezcla y consume dentro mio, tan fuerte que arremeto contra ella sujetandola del cuello, sus manos me empujan y me jalan del pelo para alejarme, pero no le será tan fácil. Sé que no soy muy fuerte y mi agarre es deficiente, busco otra manera de lastimarla. Me da un golpe en la cara que me incapacita unos instantes, nubla mi visión, no comprendo cómo golpea asi de fuerte siendo tan delgada. Me enfurezco, agarro una lámpara y aprovecho un segundo de distracción para dar con ella en su cabeza. Cae de espaldas en la cama quejándose del dolor, tiene un buen golpe. Imagino que con eso bastará pero no, amenaza con ponerse de pie, así que me acuesto encima y la aplasto con la almohada. Se queja, pelea y yo me río, no puedo parar de reír ante mi victoria. Ya no va a molestarme más con sus estupideces, me dejará en paz y se quedará en su sitio como corresponde. Ya quiero ver la cara de Demian cuando le cuente como la puse en su lugar, qué rápido se rindió, como ya no da pelea. Quito la almohada y está mirándome, pero no lo está haciendo realmente. Acabo de asesinar a Bettly, maté a un ser humano, soy un despreciable monstruo.

Siento que tiemblo, estoy sobre un cadáver que yo creé...si, yo hice este muerto, es mío y me perseguirá por siempre.

La oscuridad dentro mío crece, me convertí en lo que aborrezco. Demian mata por sobrevivir...¿por qué maté yo? por una pelea, por una causa justa me repito aunque sé que no es cierto, nada justifica la muerte. Nada amerita que tenga frente a mi a una chica de menos de veinte años, muerta. Tenía un futuro, una familia de seguro y yo se lo arrebaté. Le quité todo, arruiné quien sabe cuantas vidas. No sé si pueda seguir viviendo después de esto...los monstruos sobreviven pienso y creo que ya es demasiado tarde para retractarme ¿verdad?

La chica de RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora