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Arlene

Las rejas estaban abiertas, fue fácil salir de la mansión.

Fuera, entre el gentío, me pregunté qué debía hacer primero. No debía hacerme notar, eso lo tenía claro. "Arlene" no tenía que existir, estaba muerta.

Caminé con la gente por un rato, buscando una señal o pensando a dónde ir, cuando reconocí a Madame la Verne cotilleando con Madame Dorré. Me acerqué y agarré un periódico para cubrirme y que no me vieran.

—Ay cariño, ya tu sabes que la fiesta del próximo sábado será la fiesta del año, el que no esté invitado no es considerado parte de la sociedad.—Decía la regordeta Madame Dorré.

—Yo ya recibí mi invitación—ostentaba la otra—en esta momento me están preparando el vestido que luciré.

—¡Dame el periódico ladrona!—me tironeó del papel el niño.

—¡Shh! ya te lo doy, un segundo más...—no lo soltaba.

—¡No! ¡suéltalo o llamo a la policía!.—Las señoras se dieron vuelta a mirarme e inmediatamente solté el periódico.

—Estos niños de hoy—digo—¡uno les paga y ya no lo recuerdan!—reí socarronamente y ellas me imitaron, parecieron no reconocerme.

—Estos niños—suspira madame La Verne.

—Soy madame La Rouge—me presenté rápidamente—estoy de viaje en la ciudad.

—Ah—me mira con desagrado madame Dorré.

—No se fíen de mis ropas, mi sirvienta es la culpable de que vista tan deplorable hoy. Yo asistí al gran baile en la mansión de La Rosse.

—¿Estuviste ahí?—dicen al unísono las dos señoras, ni ellas se lo creían con las pintas que yo traía. Me miraban de arriba a abajo y yo cruzaba los dedos porque no me reconocieran, aunque sin todas las galas, el maquillaje y las perlas, sería difícil que lo hicieran.

—Si, soy una amiga de mademoiselle de La Rose. Por cierto, no he podido comunicarme con ella, ¿saben si le pasó algo?—me estaba arriesgando mucho con esta pregunta y asumiendo que era la amiga. Podía imaginar el seño fruncido de Demian cuando se enterara, estaría de todo menos contento.

—Por supuesto, está de viaje, todos lo saben ¿Qué clase de amiga eres?—chistó madame La Verne y sentí la falla, tenía que pensar rápido para compensar el error.

—Estuve ausente este tiempo y ahora quería contactar con ella, y no la encuentro. ¿Saben a dónde se fue?

—Dicen que se fue a vivir con su madre— ¿Con mi madre? ¿en serio? me pregunté cuánto sabían del viaje real que tenía planeado. ¿Acaso alguien me estaba vigilando? Necesitaba tener acceso a mi habitación para verificar si el pasaje seguía en su escondite, pero ¿cómo? Era imposible entrar en mi casa sin ser vista. De todas maneras, quien fuera que orquestó todas estas artimañas, puede que estuviera mirándome ahora mismo,...alce la cabeza y miré a ambos lados con disimulo, trague saliva. La situación me sobrepasaba por momentos y caía en un mar de abatimiento. La duda; el cómo, el cuándo y el quién flotaban sobre mi cual nubes de tormenta a punto de llover.

—¿Estás bien cariño?—me quitó del ensimismamiento madame Dorré tocando con delicadeza mi mano.

—Sí—me apuré a decir—solo pensaba en el viaje de mademoiselle de La Rose, y en que se perderá la fiesta del sábado.—traté de sonar lo más auténtica posible.

—¡¿Estás invitada?!—exclamaron ambas llenas de asombro.

—¡Claro! ¿por quién me toman? toda la sociedad estará allí, no puedo perdérmelo.

La chica de RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora