❛❛APOCALYPSE. oblivion❜❜ [tua]³

20

.: HAPPINESS HIT HER :.

tell me you see it too

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Hotel Oblivion
Day 21

Una vez, Lyra soñó que era libre.

Fue demasiado vivido para ponerlo en duda en ese momento, pero al final también resultó ser demasiado hermoso para ser real.

Habían pasado algunos días desde aquel enfrentamiento con Hettrick y Loon en las escaleras, cuando los mató frente a los otros huéspedes, así que sus heridas habían tenido tiempo de sanar al menos hasta el punto en que podía caminar. Comenzó con su rutina sin esperar nada, algo que Malorie le hizo ver en cuanto pasó frente a su puerta.

-No vas a encontrar nada -le dijo desde el interior de la habitación 1122, ni siquiera se molestó en levantarse de la cama-. Y tú lo sabes, Novia. ¿Por qué sigues buscando?

Lyra, La Novia, no bajó la mirada pero tampoco respondió. Con el paso de los días, había comenzado a confiar en Malorie, tal vez no para confesarle sus secretos o hablar de sus pesadillas -no, eso era demasiado íntimo-, pero en cuanto el tono de burla comenzó a desaparecer en sus conversaciones, Mal se convirtió en una especie de refugio. Tal vez no era la optimista que necesitaba en momentos como ese, pero al menos era honesta.

Al ver que no podría persuadirla de lo contrario, Mal dejó de hacer preguntas y la dejó continuar, a pesar de que ambas sabían cómo podía terminar su recorrido. Incluso, muy a su manera, le deseó suerte haciendo un gesto con las comisuras arrugadas de sus labios delgados y un movimiento casi despectivo de su mano. La anciana volvió a hacer como que dormía y La Novia siguió hasta el final del onceavo piso.

No supo cuánto tiempo pasó o si, en todo caso, el tiempo se congeló para ella. Solo supo que, de pronto, los gritos y murmullos de los demás huéspedes se extinguieron y solo le quedó el sonido de sus pasos y su propia respiración. El silencio fue tan abrupto que la asustó y tuvo que detenerse a mitad de un pasillo; ni siquiera sabía en qué piso se encontraba, estaba cansada y confundida porque esa mañana no se había sentido con ganas de comer su manzana desecada y ahora su cerebro apenas tenía fuerzas para razonar. Tal vez debió hacerlo.

Miró a su alrededor sin encontrar más que puertas cerradas y muebles viejos que no le servían de nada. Tras varios minutos analizando el entorno llegó a considerar que Malorie tenía razón y que lo más sensato era volver a su habitación y esperar la noche pero, incluso antes de que su cuerpo recibiera la orden de dar media vuelta y volver, un sonido agudo navegó por los pasillos hasta encontrarla y darle una sacudida que, a su vez, se sintió como un abrazo.