epilogue

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forever house

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Habia una vez una mujer a la que llamaban La Novia.

Vivía en un sueño en una casa encantada, habitaciones repletas de buenos recuerdos y risas, paredes cubiertas de trazos infantiles y pequeños poemas garabateados bajo los retratos familiares. En cada esquina, un jarrón con flores frescas, no importaba de qué color, siempre eran hermosas y diferentes. Todo brillaba a su alrededor, había mucha luz aunque las cortinas siempre estaban cerradas. Siempre era de día, porque entonces las pesadillas y la oscuridad de la noche no podían alcanzarla. Siempre había luz, la chimenea estaba encendida… pero ni el fuego podía darle calor.

Vivía en una caja de cristal, como una mariposa conservada en la eternidad. Pero La Novia sabía que existían peores cosas fuera de ese sueño. Las pesadillas comenzaban al despertar, así que se aferraba con todas sus fuerzas a ese sueño.

Afuera de su eterno sueño, solo había oscuridad, un mundo roto y enfermo, repleto de monstruos y cosas aterradoras. Un jardín de sombras en el que solo florecían la soledad y tristeza, se extendían con ramas espinadas, envenenando la tierra a su alrededor, expandiendo la maldad. El mundo era un lugar cruel y hambriento, una criatura de dientes afilados que estaba siempre al acecho, desgarraba las sombras solo para hacerla miserable, que la rompió una y otra y otra vez hasta que no pudo volver a levantarse y lo perdió todo, hasta que lo unico que quedó de ella fue un corazón roto….

Ese mundo no era para ella.

En su sueño, siempre sonaban melodías dulces, las escuchaba de principio a fin, canciones de cuna que mantenían tranquilas a las bestias de su mente. Cantaba hasta que su voz dibujaba las notas como destellos en el aire, trazando el camino de su cuerpo al bailar.

Bailaba todos los días.

Y no lo hacía sola.

Siempre había alguien tomando su mano, haciéndola girar y abrazando su cuerpo a través de algún vestido sedoso. Bailaban alrededor del vestíbulo, en las escaleras y la sala, de una habitación a otra y frente al fuego helado de la chimenea. Las flores crecían bajo sus pies, elevando su hipnotizante aroma dulce. Nunca veía los pétalos marchitos porque nunca dejaba de girar.

Cada canción era una promesa de que siempre estarían juntos.

Lyra y Klaus. Para siempre en un sueño eterno.

Todos los días, soñaba que bailaba con él, que sus manos unidas se entrelazaban como las dos mitades de un mismo ser. Su sonrisa. El calor de su cuerpo junto al suyo mientras se balanceaban… Era como una caída muy larga, excepto que nunca tocaba el fondo. En su sueño, Lyra y Klaus bailaban como debieron hacer el día de su boda. La Novia y su amado.

Y sus hermanos estaban ahí, observandolos con rostros sonrientes e iluminados por la alegría que compartían. Sus ojos cariñosos los seguían a cada paso, a veces también se unían a la danza y comenzaban una fiesta de ensueño. A veces, incluso las personas de su pasado también se unían y las risas musicales crecían como una orquesta.

Sus viejos amigos, las maravillosas personas que conoció en los sesenta y, de vez en cuando, los huéspedes del Hotel Oblivion también la acompañaban. El Mago, Oscar y Obscura estaban en algunos de sus sueños. Todos eran tan parte de ella como su familia. Ni siquiera en su fantasía podía dejarlos atrás, se negaba a dejar que se perdieran en el olvido. Así que bailaba con fantasmas en un sueño feliz por toda la eternidad… porque ese aún no era su final.

La Novia no estaba muerta, pero vivía como un fantasma en una casa embrujada.











•••












La noche siempre fue su mejor compañera. Entre las sombras podía moverse como en una danza, como estar en todas partes y en ninguna al mismo tiempo. Mientras todos los corazones dormían, ella podía sostener el mundo en su mano y verlo girar con toda su energía el poder que siempre quiso.

Y ahora Zero lo tenía.

Era la clase de poder que tenía la muerte, paseándose siempre entre los humanos, tocando sus almas y jugando con sus almas. Ahora, en ese cuerpo que le quedaba como un guante, podía sentir la energía fluyendo a través de sus venas, mezclada con su sangre y su aliento helado. Lo tenía todo, gracias a su Otra Yo.

Finalmente, podía ver el futuro que siempre soñó: un mundo de oscuridad y mal. Y ahora podía tenerlo.

Tendría que construir los cimientos, sería como construir su propia casa embrujada.

Todos esos corazones a su merced, los cuerpos fríos que podrían servirla como a una diosa. Con su poder… sería invencible. Haría del mundo su casa de muñecas.

Y Zero siempre cuidaba bien de sus muñecas.

No importaba lo que los demás decían sobre ella, los cuentos de terror que sus antigüos enemigos crearon en su nombre –todo era verdad, y era su orgullo–. Era un monstruo, La Bestia del Hotel Oblivion… pero sí que amaba a sus muñecas.

A su manera.

En realidad, el amor le parecía una mentira, solo una palabra que alguien había inventado como una excusa para causar vulnerabilidad. Zero no conocía el amor, no crecía en él, pero al menos esa tonta ilusión sirvió para hacer que Lyra le entregara su corazón y le diera el poder de destruir el mundo, llamando a su decisión un acto de amor.

Qué tontería.

Iba a cuidar de ella, la mantendría feliz en su sueño y nada malo tenía que pasarle mientras tanto… A menos que un día quisiera despertar. Entonces tendrían problemas.

A veces la sentía en el fondo de su mente, como un cosquilleo conservado en la memoria del cuerpo que ahora le pertenecía. Daba vistazos a sus sueños cursis y románticos como si mirara a través de una ventana al interior de una verdadera casa de muñecas, y su títere favorito estaba ahí, bailando en las sombras, sonriéndole al vacío de un deseo.

Lyra podía seguir jugando a la casita feliz en su mente, siempre que no entorpeciera sus planes.

Zero iba a encargarse de todo lo demás y, a cambio, podía darle la ilusión de un hogar mientras su poder crecía. A través de sus ojos, vería su nuevo mundo desde la cima de un hotel abandonado que les pertenecía solo a ellas, igual que el mundo.

Y su pequeña muñeca, La Novia... Lyra tendría que quedarse dormida durante algún tiempo, sola en la oscuridad de su mente.

Un lugar tan embrujado como el Hotel Oblivion, su nuevo hogar.



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❛❛APOCALYPSE. oblivion❜❜ [tua]³Donde viven las historias. Descúbrelo ahora