Sintió el cuerpo caliente de Kong sobre el suyo, con el gran miembro de este empujándose con fuerza en su interior, volviéndolo completamente suyo, profanando todo espacio virgen en las paredes internas de su entrada. Arthit solo sabía gemir, siendo un completo lío, no sabía por dónde llegaba más placer, si por la traviesa mano del mayor masturbando su miembro con tal velocidad y rudeza, o la forma como entraba y salía de su cuerpo, llenándolo con esa sensación de fuego ardiendo por todo su ser, logrando hacer que su mundo se volviera blanco y todo el placer corrompiera su mente y su cuerpo.
— ¡Ah! ¡Kong! —soltó un fuerte gemido al sentir otro de esos toques en un punto de sí que lo llevaba al placer más profundo. Arthit vio claramente la sonrisa del mayor antes de tocar de nuevo ese lugar con su miembro, él sentía que ya no podía más, que terminaría muriendo o algo parecido porque no era posible tanto para su pequeño cuerpo, tales sensaciones juntas le hacían cuestionarse como es que aún estaba respirando. Arqueó
su espalda, deseando poder resistirlo, no quería terminar, no cuando él y Kong estaban tan unidos como en ese momento.— ¿Te gusta, pequeño? ¿Más rápido? ¿Más profundo? —Escuchó la voz de Kong algo distante, pero sin embargo estaba ahí.
Él solo asintió con la cabeza, relamiendo sus labios, perdiéndose en todas las sensaciones que el más alto le proporcionaba, hasta que de un momento a otro, colapsó.
Y el gatito Arthit se despertó.
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Removió sus esponjosas orejas, abriendo sus ojos tan rápido que quizás hasta le dolieron, pero no importó, se encontró a sí mismo en la cama donde dormía con Kong, aunque faltaba algo ahí: Kong.
Meneó su cola y se sentó despacio, estirándose, sintiendo todo su cuerpo un poco más rígido de lo normal, y entonces lo vio, ahí bajo sus pequeños boxers, su miembro totalmente despierto creando una pequeña carpa con su ropa. Arthit gruñó ante eso, recordando lo que había soñado y negó con la cabeza, era injusto que haya sido solo un sueño, él quería que en serio Kong le estuviera haciéndole todo eso.
El minino sabía de sexo, sí, no sabía que se llamaba sexo porque para él no tenía nombre, pero sabía del acto porque lo
había visto muchas veces entre gatitos como él y los señores que los “cuidaban” por decirlo de una manera. Como siempre, Arthit se preguntaba qué era eso que hacía que los iguales a él se llenaran de placer, porque a él nunca se lo hicieron y de hecho, en medio de su ignorancia, siempre pensó que sus compañeros exageraban, no podía ser algo bueno aquello que al inicio les dolía tanto, porque él lo veía, esa expresión llena de dolor y las lágrimas cuando eran poseídos de manera brutal por las personas sin orejitas ni cola.Pero ahora, estaba soñando con Kong haciéndolo suyo ¿Eso estaba bien? ¿Qué tal si Kong se enojaba por su culpa? No debía de pensar en esas cosas, pero su cuerpo lo demandaba, y aunque el minino Arthit no se imaginaba cuanto el mayor lo deseaba, ahora se estaba regañando a sí mismo por haber tenido lo que el humano común denominador conoce como “sueño húmedo”.
Tratando de no molestarse o frustrarse demasiado y simplemente pensando que Kong estaría en el primer piso o más
bien en la cocina preparando algo, Arthit se tomó su tiempo para estirar correctamente sus músculos y peinar sus orejas, al igual que su colita, porque él quería verse hermoso para su dueño Kong.Una vez terminó, se levantó de la cama y caminó tranquilamente hasta el primer piso, bajando con cuidado las escaleras, ya se había caído una vez y aunque cayó de pie, se golpeó la nariz ese día, sumándole que también Kong lo había sermoneado por no tener el cuidado suficiente.
Sonrió al recordar que después del sermón, Kong lo cargó y lo trató como un bebé todo el resto del día, llenándolo de besitos y pequeños mimos. Kong era perfecto y él amaba a Kong. Con esa misma sonrisa encantadora y enamorada, caminó hasta la cocina, pero para su mala suerte, no encontró a la persona dueña de todos sus pensamientos.
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NEKO CORPORATION
Fiksi PenggemarKongphob es un joven de cabello castaño y ojos azules, él vive una vida totalmente normal hasta que un pequeño niño-gato toca a su puerta pidiéndole alimento. Este niño resultará ser uno de los experimentos de una organización llamada Neko Corporat...