Eternamente orgullosos y prejuiciosos

• IV •

Durante la tarde Kyle estuvo lado de su amigo Stan, quien ya se hallaba mejor de salud. De hecho estaba preparado para irse en cualquier momento.

Por su parte, el grupo de pavo reales comían unos cuantos postres. Wendy bordaba, Heidi no hacía nada en particular y Cartman leía el periódico. Todo estaba muy relajado, tranquilo. Hasta que entró el mayordomo y anunció la visita de la señora Marsh y su hija mayor. El castaño suspiró al saber que tendría que soportar a más personas en su finca. Parecían cucarachas que no paraban de llegar. La gente de este pueblo era una plaga.

Hicieron pasar a las Marsh y las recibieron en la sala de estar. Iban vestidas con sus mejores ropas. Admiraban soñadoramente la arquitecta tan romántica y elegante de esa finca, y halagaban al castaño por su gusto tan refinado.

—Espero que sea su intención quedarse aquí, señorita Testaburger —indicó la señora Marsh.

—Por supuesto, encuentro la región muy interesante —sonreía la señorita Testaburger con gracia — ¿No lo cree, señor Cartman?

—La hallo perfectamente adecuada, incluso si la sociedad es... Es menos variada que en Denver —dijo el castaño disimulando su desagrado de juntarse con gente de tan poca clase.

—Menos variada para nada, nos codeamos con veinticuatro familias de todas formas y tamaños —señaló la señora Marsh incómoda por su comentario —. Señorita Testaburger ¿Es cierto que prometió hacer un baile aquí en South Park?

— ¿Un baile? —cuestionó Wendy confundida.

—Sería una excelente oportunidad para conocer nuevos amigos —se abanicaba con elegancia Shelly Marsh.

—Supongo que en cuanto el joven Marsh se recupere yo podría organizar un baile —accedió Wendy —. Digan el día.

Tanto la señora Marsh como Shelly chillaron de emoción una vez que salieron de la finca y ayudaban a Stan a subir al carruaje, porque sí, esta vez la familia Marsh sí tomó un carruaje para mantener apariencias.

Aunque Stan ya se encontraba mejor continuaba un tanto débil de todas maneras . Sin embargo, se sintió tan honrado cuando Wendy se despidió de él personalmente y la bella dama le sonrió con pura sinceridad pidiéndole que mejorara pronto.

—Gracias por su estimulante compañía, ha sido muy instructiva —Kyle era el último en salir de la mansión y se despedía despedía de la señorita Turner.

—El placer es todo mío —sonrió Heidi con dulzura, despidiéndose.

El judío siguió a su camino hasta el carruaje, hizo una corta reverencia ante la señorita Testaburger y el señor Cartman para despedirse, y cuando ya estaba por subirse el castaño le ofreció su mano como apoyo para que pudiera subir al carruaje con mayor facilidad.

Esta acción desconcertó al pelirrojo pero la aceptó y terminó de subir al carruaje. Miró a través de la ventana al señor Cartman hasta que su imagen se borró en la lejanía. Fue una acción extraña, aún podía sentir la calidez de su mano. No era común que entre hombres se ofrecieran apoyo al subir a carruajes, eso era un acto entre caballeros y damas.

Pensó en ello durante todo el resto del viaje.

Cuando pasaron cerca de su hogar bajó del carruaje. Caminó hasta su casa y le informó a su madre acerca del posible baile que habría pronto en la finca de los Cartman. Su madre se llenó de emoción pensando en cómo se prepararían para tal evento hasta que el señor Broflovski llegó a la sala de estar y anunció sosteniendo una carta que hoy tendrían una invitada especial en la cena.

Su hermano menor y primo al enterarse corrieron a sus respectivas recamaras para arreglarse. En cambio, Kyle se quedó como ya estaba vestido, ya traía puestas ropas decentes y en realidad le importaba poco. No se esforzaría de más. Se quedó a esperarlos para también acompañarlos al pueblo y para su sorpresa de la misma nada llegó Stan. Al parecer el joven Marsh se había peleado con su padre y aunque estaba aún débil no soportó la idea de quedarse bajo el mismo techo que él, así que vino a buscar refugio en el lugar de siempre. Por su puesto que Kyle lo aceptó, le avisó a su madre que habría otra persona extra en la cena de hoy