Subieron a la segunda planta de la mansión. En el trayecto el castaño jamás se paró a esperar al judío, iba caminando a su propio paso como si fuera solo. Esta acción molestó al pelirrojo por la falta de cortesía y educación. Entonces se dio cuenta que siempre que estaba cerca de él las cosas eran así, siempre que estaba a su lado sentía esa sensación de "enojo". Resopló tratando que quitarle importancia porque ese gordo no debía de ser tan importante en su vida como para enojarse cada vez que respirara.
A partir de ahora sería indiferente, dejaría de prestarle tanta atención porque si no lo respetaba no la merecía.
Llegaron al despacho y en vez de dejar que Kyle entrara primero como el invitado que ahora era, el señor Cartman lo esquivó para ser quien diera el primer dentro del salón. El pelirrojo estaba por fruncir el ceño por esa grosera acción hasta que recordó su propósito de dejar de darle tanta importancia a ese patán.
No se imaginó que eso sería tan difícil.
—Joven Broflovski no se quede ahí parado, entre.
Rodó su mirada verde y entró el despacho, cerrando la puerta tras hacerlo.
— ¿Quieres?
Y entonces el tono de su voz y actitud cambió como si la puerta, el único muro que protegía su confidencia, fuese un botón que activara dicho cambio.
— ¿Qué es?
Se acercó al escritorio mirando el elegante despacho a detalle. Sí que la familia Cartman estaba podrida en dinero, si en las paredes no habían libreros las cubrían preciosos cuadros; los muebles eran los más finos que había visto y en el techo estaba pintado un fresco de un cielo con ángeles, un estilo anticuado, muy rococó.
—Trufas de chocolate —exhibió el castaño una cajita metálica muy elegante, aunque él estaba sentado sobre el escritorio de una manera cero recatada.
—Gracias —Kyle tomó una y después la probó —. Son muy buenas ¿Las compraste en Denver?
—París —alardeó con una sonrisa socarrona.
—Oh... —expresó, sorprendido, tomando una trufa más — ¿Y bien? ¿Para qué me trajiste hasta tu despacho? Dudo que fuera para presumir tus finos dulces franceses.
—Que impaciente —bufó el castaño bajando del escritorio y de sus repisas tomó una botella de coñac, sirviéndose — ¿Gustas?
—Sí —el pelirrojo tomó asiento en un sofá, inquieto —. Gracias.
Tomó la copa de coñac y el castaño se sentó a su lado, no muy cerca, con una distancia considerable entre ellos.
—Veo que bailar con esa tal Lisa Berger en verdad es un castigo ¿No? —reía Eric para dar un pequeño trago.
—No tanto así. Solo no quiero sentirme culpable después. Ella, por su fealdad, casi nunca tiene invitaciones para bailar y no quisiera generarle falsas ilusiones. No quiero ser cruel —explicó Kyle también bebiendo.
—Pero si planeabas hacer que yo lo hiciera en caso de haber perdido la apuesta ¿No? —señaló Cartman con una mirada perspicaz —. Eso no cambia mucho las cosas para ella.
—Iba a ser tu problema, no el mío —se defendió —. Pero tenías que saber bailar ¿No?
Sí, la pobre y "fea" señorita Lisa Berger hubiera sufrido las consecuencias de ese par de tarados. Una desgarradora ilusión para una dama de ya casi 30 años que no conseguía pescar un solo pretendiente a pesar de siempre asistir a todas las fiestas. Parecía ser repelente de caballeros.
Era por eso que hubiese sido un acto muy cruel que cualquiera de uno de estos dos bailara con ella, y Kyle de verdad se hubiera sentido muy culpable de ello. Pero a su vez tampoco quería bailar con dicha dama porque sería aceptar que perdió la apuesta de manera pública, frente a todos. Hubiera tenido que reconocer que se equivocaba y le daría la razón a Cartman, y si bien era lo correcto no quería humillarse así.
ESTÁS LEYENDO
Eternamente orgullosos y prejuiciosos
Fanfic[Los personajes no me pertenecen, este solo es un Fanfic de fan para fans con fines de entretenimiento] [El fanart de la portada esta vez si me pertenece] A principios del siglo XIX, en un pueblito montañés en Colorado, llegan al vecindario la señor...