• VI •

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Fumaban en ese pequeño balcón, mientras dentro la mansión se llevaba a cabo una gran fiesta, la música de la orquesta alcanzaba a escucharse lejanamente al igual que las risas de los pretenciosos nobles. Pero en ese pequeño espacio se acaparaban las risas del judío, quien continuaba burlándose del castaño por haberse confundido de esa manera a su primo.

Desde que el "Kyle castaño" llegó a su casa eso se había convertido en un dolor de muelas. El joven Schwartz tuvo que mudarse de la gran ciudad a ese pueblo montañez por sus problemas de asma. El aire limpio de South Park ayudaba a su salud aunque a veces recaía. En un inicio no le simpatizaba mucho y odiaba que los confundieran por sus nombres, pero poco a poco fue acostumbrándose y hoy día eran buenos amigos al grado de que siempre estaba pendiente de su salud. Por eso se asustó cuando vio como Cartman lo sacudía con esa fuerza y no dudó en defenderlo.

—Yo no tengo la culpa, es un retardado —rodaba su mirada bicolor defendiéndose.

Y en parte el señor Cartman tenía un poco de razón. Tal vez no fue muy claro, pero era evidente que buscaba al "otro Kyle", al pecoso pelirrojo, no al otro "defectuoso" y de razonamiento poco perspicaz.

¿Cómo era que esos dos eran familia? Miró de reojo al judío inspeccionándolo de pies a cabeza y en su mente lo contrastaba con el otro, y eran totalmente diferentes. Lo único en común que tenían era el nombre y que tenían rizos, pero de ahí en más eran muy distintos. De hecho hasta en sus rizos se podían apreciar las diferencias, los de su Kyle se apreciaban suaves, sedosos y brillosos por su evidente higiene, si eran algo desordenados y salvajes pero eso mismo les daban un toque único; mientras que los de Schwartz se miraban opacos, enredados y un tanto grasosos. En definitiva el joven Broflovski le robó los mejores genes al pobre chico que parecía un pug moribundo.

—Acepto que es un poco lento —asintió Kyle sentándose sobre el barandal de piedra y recargó su espalda en un pilar —. Pero debe de admitir que si usted no fuera tan impropio y mal educado no se habría generado ese problema —exponía sin piedad —. Si usted hubiera preguntado por "el joven Broflovski" en vez de llamarme tan a la ligera por mi nombre habría conseguido una respuesta rápida. Schwartz hubiera entendido a la primera.

Y en definitiva Kyle también tenía la razón en cuanto a lo que señaló. De hecho no se sentía muy cómodo con que el castaño fuera tan confianzudo y estuviera llamándole por su nombre, sobre todo frente a otros. Le inquietaba. Apenas se conocían ¿Qué iba a pensar la gente? Ni siquiera Stan, su súper mejor amigo, era tan abierto; en público usaban sus apellidos y se trataban con sumo respeto. En cambio, el castaño estaba siendo increíblemente descarado. 

A parte de pronunciar mal su nombre apropósito se daba la libertad de usarlo sin siquiera estar él presente.

Ojalá este evento le sirviera de lección. Sin embargo, Cartman pocas veces recapacitaba de sus actos.

—"Blah, blah, blah, soy Kahl y me enoja que me llamen por mi nombre, blah, blah, blah que marica soy blah, blah, blah" —imitaba su voz el castaño harto de las lecciones de vida del otro —. Al carajo, yo hago lo que quiero.

—Como le encanta joder —musitó Kyle molesto, tratando de ignorarlo y direccionó su vista a los jardines.

— ¿Y?

— ¿Y?

—Dejando de lado al zopenco de su primo ¿Quién ganó la apuesta? Supongo que yo porque no lo veo a lado de esa perra —expulsó un poco de humo y fingió demencia.

—Ah... Sí. No sé cómo, pero creo que has ganado —suspiró con pesadez al recordar que fue plantado.

—Awww~ Pobre, Kahl —expresó fingiendo ternura y compasión —. Lo dejaron solito. Tal y como yo lo dije.

Eternamente orgullosos y prejuiciosos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora