Capítulo 5

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Conner

Las bolas de fuego que fueron lanzadas desde catapultas, cayeron sobre Nación.

Colmillo rojo nos estaba atacando.

Jalé a Novel de la muñeca y comenzamos a correr — ¡Novel! — Grité cuando una bola de fuego cayó cerca nuestro y las llamas alcanzaron a quemarle la pierna.

— ¡Ah! ¡Estoy bien! ¡Vamos! — Sin soltar su muñeca la llevé a los muros. Allí se estaban agrupando los guardias.

Las bolas de fuego caían destruyendo casas.

Senté a Novel en el suelo — ¡¿Cómo está tu pierna?! — Le pregunté preocupado y estrujé el rostro con miedo.

Ella se quejó un poco del ardor — Está bien, ya empezó a sanar.

Con la preocupación latente en mi rostro acaricié su mejilla — Ok. — Asentí con la cabeza — Está sanando — Repetí para poder asimilarlo. — Espérame aquí, ahora vuelvo.

En cuanto me levanté ella jaló por mi muñeca — ¿A dónde vas?.

— No te preocupes, ya regreso. — Me liberé de su agarré y me alejé.

— ¡Conner! — Me gritó mientras me alejaba.

Estaba yendo en busca de Damon y mi padre. Hasta que los encontré en el arsenal armandose y preparándose para pelear.

— ¿Cuál es el plan? — Pregunté mientras hacia la misma acción que ellos.

— Atacaron de sorpresa nuevamente, pero no te preocupes. — Me dijo mi padre — Está vez las cosas serán diferentes.

— ¿Qué hay de diferente? Son más que nosotros.

— Está vez le daremos su propio terror. — Comentó Damon antes de salir del arsenal.

(...)

Atacamos desde las murallas y otros fueron saliendo desde pasadizos ocultos entre las murallas.

Aragón salió liderando el grupo terrestre y yo me quedé en los muros junto con Damon.

Lo que yo no sabía era que las manadas se habían unido temporalmente y estaban informados sobre la maldición del hierro. No era una opción pelear solamente transformados, debían estar armados.

Damon me informó que Aragón había trazado un acuerdo con las demás manadas. Había encontrado la forma de convencerlos y hacer que se unan a nuestra lucha. Si caíamos nosotros luego caerían ellos, y ninguno quería estar bajo el control de Colmillo rojo.

Sin embargo la ayuda aún no llegaba.

Damon El Grande sufría de una extraña enfermedad en los huesos. Con cada movimiento, maniobra; el ardor incrementaba masivamente, era tan sofocante que incluso respirar dolía.
Había sido maldito por un brujo.

La razón de esta maldición se generó porque Damon había matado a la madre de dicho brujo, al tratar de llevarse a su pequeña Stiorra, cuando era una bebé.

Con el paso de los años, la salud de Damon empeoraba para mal, pero aún así se mantenía fuerte como un roble.

Sin embargo, ya estaba al límite, sufría demasiado, y vivir resultaba ser doloroso.

En cuanto vio que mi padre estaba siendo atacado por otros 4 lobos y un minotauro. Saltó de la muralla y peleó junto a Aragón. Sin embargo terminó herido en el hombro, perdiendo la movilidad en su brazo derecho, pero aún así no se detuvo y continúo peleando.

A lo lejos divisé cómo una mujer también estaba peleando afuera de los muros.

— ¡NOVEL! ¡Maldita sea! — Grité y está vez yo salté de los muros para ir por ella.

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