Capítulo 26

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Narrador omnisciente

La violenta guerra continuaba librandose, mientras que Conner dirigía su ejército, también estaba desconfiando de Björn y Zeldrick, ya que parecían que no estaban tomando sus respectivos puestos, traicionando desde adentro a colmillo rojo.

El enemigo no era fácil de vencer, pero de imprevisto se escuchó como tocaban el cuerno de retirada, y el ejército de marginados comenzó a dispersarse.

Sin embargo, esto a Conner no le traía buena espina.

Así que ordenó a sus guerreros y las otras manadas a atacar aunque el enemigo se retira. No quería dejarlos escapar tan fácilmente.

"¿Por qué dejarían el valle? ¿Qué sentido tendría tratar de protegerlo al principio?". Pensó él. Algo no le cuadraba. "¿Dónde más tendrían un lugar donde ir?

Mientras su mente era consumida por aquellos pensamientos. Una sensación de miedo invadió su cuerpo.

El sentimiento estaba latente en él.

Había perdido de vista a su esposa y estaba desesperado por encontrar.

Rápidamente sin pensar comenzó a olfatear para buscar su rastro..

Pero encontró un olor familiar al de ella un poco más débil, aún así siguió ese rastro como si su vida dependiera de ella.

Se apresuró como alma que lleva el diablo, hasta que finalmente pudo divisar de quién de trataba el olor.

Ese olor le era familiar al de su esposa porque se trataba de su hijo. 

Estaba siendo atacado por dos lobos, aunque el tratara de defenderse, no podría hacerlo por mucho tiempo.

Su hijo estaba peleando valientemente para salvar su vida. Aunque el joven Magnus les causara daños, no era suficiente.

Llenó de una rabia inimaginable al ver cómo lo lastimaban y él trataba de responder atacandolos.

Fue tan rápido que en cuanto pensó en arrancarles la cabeza, ya le había saltado a uno encima. Y con una brutalidad y una facilidad imprecionante de una sola y feroz mordida le arrancó la cabeza.

El segundo lobo que quedaba también le saltó por la espalda, pero Conner siendo mucho más fuerte, lo desolló vivo, abriéndolo al medio con su mandíbula y sus poderosas garras. No se detuvo hasta terminar de partirlo.

Empapado por la sangre de sus enemigos, lentamente se acercó a Magnus.

Está vez no le gritó, ni se enfado. Solo buscó desesperadamente que no tuviera ningún daño grabe. Por suerte sus heridas habían sanado. Cerró los ojos y lo abrazó con fuerza.

— ¿Por qué estás aquí? — Preguntó una vez que comprobó que todo estaba bien — ¿Por qué mierda dejaste a la manada? ¡Te dí una orden Magnus!

— Vine porque debía decirte algo...

¿¡Decirme algo!? ¿Qué puede ser tan importante como para que salgas y te pongas en peligro? — La molestia en su voz ahora era notoria. — Aún eres un niño Magnus. No deberías estar aquí

— Descubrieron todo el plan de Zeldrick y Björn.

— ¿Cómo sabes eso?

— Porque Zeldrick y Stiorra tuvieron que escapar cuando trataron de encarcelarlos y llegaron a Nación para buscar refugio e informar lo sucedido. También atacaron Nación, por eso salí a buscarte papá.

Cuando Conner escuchó que atacaron sus tierras, rápidamente también dio la orden de retirada, para que cada manada regresará a sus tierras.

Rápidamente todos los guerreros de Nación se apresuraron para llegar a su manada.

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