Capitulo 9

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Los rayos de luz entraron por la mañana logrando despertarla, se aparto el cabello del rostro para observar  alrededor. Su estomago se contrajo al encontrar  un vaso en la mesa, fue de ese modo como comprendió que lo sucedido no fue uno de sus tantos sueños eróticos. ¡Casi había violado a Daemon! Se tapo el rostro avergonzada y deseo poder decir que todo era producto de la leche de amapola, pero la sustancia solo logro relajarla lo suficiente para cumplir con sus reprimidas fantasías.

Se alegro al recordar las grandes manos recorriendo su piel mientras se movía contra él pero su dicha se disipó al recordar que él le pidió  detenerse. Daemon era un hombre al final del día y obviamente reaccionaria si una mujer se restregaba sobre él, se trataba de una cuestión meramente fisiológica.

El sonido de la puerta abriéndose le alerto de la presencia de su tío, nadie más entraría en su habitación sin pedir permiso. Apretó los ojos debajo de la sabana. ¿Cómo se suponía que se disculparía? Ohh tío perdona mi falta de juicio al utilizarte para mi egoísta placer.

"Princesa"

Rhaenyra no se movió un ápice, tratando de parecer dormida o aún mejor muerta.

"Sé que esta despierta, conozco el sonido de tu respiración" anuncio con precisión.

Se armó de valor y retiro la sabana de su rostro, topándose con la divertida mirada de Daemon.

"¿Piensas quedarte en cama todo el día?" le reprendió. "Tengo un regalo para ti, es del color dorado que tanto te gusta"

"Es mejor disculparme desde ahora" expresó sentándose ignorando el anterior comentario del hombre. "La leche de amapola me hizo ver cosas que no son, sabes hay un chico en la universidad que comienza agradarme, tiene un cierto parecido contigo y bueno las hormonas son impredecibles, espero y comprendas mis acciones"

Le complació lo indiferente que las palabras salieron de sus labios. Sin embargo, se arrepintió al ver la manera en que Daemon apretaba la mandíbula, una sombra oscura apareció en los ojos su tío, nunca le dirigió una mirada así incluso cuando destruyo cosas de valor incalculable.

"¿Me estas tratando de decir que estabas imaginando que era otro hombre?" Sonaba como si se estuviera burlando de él con el enojo revoloteando en sus palabras.

Daemon se rio, no había una gota de humor en el sonido. La miro fijamente llevando las manos hasta su cinturón y Rhaenyra fue incapaz de apartar la vista.

"¿Recuerdas lo que te dije cuando rompiste el jarrón de la antigua valyria?" inquirió doblando el material entre sus manos.

Asintió y trago saliva fuertemente. Aquel día Daemon dijo que de haberle ocultado los trozos de porcelana el mismo se encargaría de castigarla, no por el valor monetario si no por su falsedad.

"La mentira es más grande que la ofensa" le recordó, arrebatándole la sábana que le cubría. "Esto te enseñara lo que les pasa a las niñas malcriadas."

No tuvo oportunidad cuando Daemon la arrastro sobre su regazo situándola boca abajo, se removió para tratar de verlo a la cara pero su movimiento solo quedo en un pobre intento, una mano estaba sobre su espalda y la otra se mantenía su trasero apretado de manera contundente.

"Escupiste alrededor de cuarenta palabras" puntualizó subiendo su camisón "¿Cuántas palabras reales dijiste? Desde ahora te advierto que tu honestidad reducirá o aumentara el número de azotes.

Guardo silencio incrédula y una mano cayó sobre su piel tan fuerte que el escozor apareció sin remedio.

"Este no cuenta, solo es para recordarte que tienes lengua. No juegues con mi paciencia. Seré misericordioso y te permitiré elegir si prefieres el cuero o mi mano haciendo el trabajo."

Peligrosa DebilidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora