Capitulo 17

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Su vida no había sido perfecta, pero al ver la alegría en el rostro de su hijo mientras correteaba alrededor de Harwin sentía que todos los malos momentos se evaporaban. No importaba que Aegon compartiera por completo los rasgos Targaryen de su familia, Harwin se encargaba de presumirlo como suyo.

Aunque ya hubieran pasado tres años desde que Aegon iluminó su vida seguía sintiendo la misma calidez al verlo sonreír. Sencillamente era el centro de su universo, la fuente de su fuerza, coraje y determinación para seguir adelante ante los problemas.

Se podría decir que después de tanto tiempo todas las heridas ya deberían de estar cerradas, pero la realidad era muy diferente y cada dulce mentira se desvaneció en un pestañeo.

"¿Qué te mantiene tan pensativa?" pregunto Harwin con Aegon de su mano.

"Solo estaba mirándolos" mintió sonriéndoles. "Estaba pensando que el tinte vegetal no dura demasiado en el cabello de Aegon, pronto debera usar permanente como el mio"
"Las fechas aun te traen recuerdos."

"Hijo ¿puedes traer tu libro de dibujos?"  Comento llamando la atención del infante.

Su pequeño asintió, caminando con sus lentos pasos hacia su habitación, Aegon no hablaba demasiado pero era tan inteligente como intrépido, bastaba con descuidarlo diez minutos para que él ya estuviera incendiando la casa.

"La noticia de su muerte me sorprendió bastante, no importa cuanto tiempo haya pasado."

Primero Laenor y luego aquella mujer... ambos habían muerto con una semana y un año de diferencia, un hecho que no paso desapercibido para la ahora cuidadosa madre.

"¿Te sorprendió? Yo diría que te hizo dichosa..."corrigió Harwin sonriéndole.

Rhaenyra nunca creyó alegrarse tanto de una muerte y mucho menos que fuera por la de su tía.

"La muerte de Laenor no me alegra." Especifico.

"Sabes bien que no hablaba de la muerte de tu primo."

Sonrió de medio lado recordando su propio dolor al enterarse de la noticia. Su impresión al saber que Mysaria se había convertido en señora Targaryen fue tan enorme que su propio parto se adelanto y de no ser porque Harwin la descubrió sobre las escaleras, Aegon habría muerto con el cordón umbilical asfixiándolo.

"Pude haber perdido al mayor amor de mi vida por esa perra." Sentencio llena de resentimiento. "Es una lástima que muriera sin ser torturada." Sus palabras eran ciertas de haber muerto su hijo ella misma la hubiera matado sin importarle la reacción de su esposo.

"Se acerca el tercer año." Especifico Harwin observándola esperando su reacción.

"Una tercera muerte" replico asintiendo llena de conocimiento. "Agradezco que lográramos alejarnos de la desgracia que mi familia acarrea." Agrego sonriéndole con melancolía y acercándose hasta sus brazos.

Él no le contesto y la abrazo. Su incipiente barba le hacía cosquillas en el cuello mientras dejaba un reguero de besos hasta sus labios. Su relación fue una ebullición lenta, llena de respeto y comprensión. Harwin nunca la presiono en ningún aspecto ni siquiera había preguntado sobre su evidente relación con Daemon, fingió ser completamente ciego de su pasado evitando tocar el tema.

"¡Mamá!" dijo Aegon enseñándole su nuevo dibujo. "dragón" indico apuntando.

"Es hermoso, cariño." Elogio observando el garabato rojo.

Su niño asintió volviendo directo hacia la pequeña mesa en donde dibujaba atentamente.

"¡Te dije que no le compraras nada de dragones!" recrimino con las manos de Harwin alrededor de su cintura.

Peligrosa DebilidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora