Capitulo 15

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Alerta de contenido sensible y si me conocen sabrán que no hago alertas por temas sexuales (para eso la historia esta etiquetada) así que ya se imaginaran de qué hablo.

Daemon estaba seguro que podría vivir así durante lo que le restaba de vida. Las últimas dos semanas las pasaron juntos, recluidos en las paredes de su hogar. Rhaenyra no tardo en oponer resistencia diciendo lo aburrida que estaría si la dejaba encerrada. Sin embargo, él se encargo de enseñarle lo equivocada que estaba.

"No puedes tenerme encerrada toda la vida" dijo ella. Sus palabras salieron roncas y le acaricio el pecho haciendo círculos sobre su piel.

"¿Debería seguir demostrándote las ventajas de tu confinamiento?"

No espero respuesta e inclino su cabeza sobre la piel desnuda de su cuello. No importaba que hubiera pasados todos esos días rindiéndole tributo de las formas inimaginables que un día fueron meras fantasías, su apetito por ella no logro aminorarse en ningún grado, volviéndolo tan adicto como obsesivo. Nunca lograba perdurar por mucho tiempo con ninguna mujer, no solo por su desinterés sino por el aburrimiento que estas le causaban. En cambio su pequeña sobrina logro mantenerlo cautivo sin remedio.

"Debemos desayunar." Recalco Rhaenyra riendo. "Seguramente ya es mediodía"

"Mi comida esta justo aquí" contesto descendiendo por sus inmaculados senos, hasta llegar al calor que se escondía entre sus muslos.

"Daemon" murmuro, mirándolo.

No importaba cuanto tuviera de ella, su necesidad irrefrenable de reclamarla y protegerla se hacía cargo de sus sentidos. Rhaenyra era la mujer de su vida, dueña de sus más oscuros y puros sentimientos.

"Tío ¡por favor!" cantoneo con el frenesí del momento.

Daemon no se detuvo, no cuando Sus días juntos le demostraron cuanto anhelaba tener ese pequeño pedazo de cielo hasta que los siete infiernos lo llamaran. Era totalmente codicioso de ella, chupando y lamiendo cada centímetro.

"Eres tan malditamente bueno" masculló.

Evito la sonrisa que sus palabras provocaban, él siempre evito besar a las mujeres con las que se acostaba y en las últimas semanas la había probado de todas las formas inimaginables. Sus gemidos eran más rápidos y cercanos cuanto más se acercaba sobre su placer y Daemon se encargo de hacerla llegar rápidamente, dejándolo saborear la dulzura de su néctar. "¿Deberíamos de ir por el desayuno?" pregunto relamiendo los restos de sus labios.

La observo negar con los ojos cerrados y su respiración irregular.

"Creo que el orden de mi apetito cambio" concedió "Ahora te quiero dentro de mí, empujando y follando." Su voz aun estaba espesa por su orgasmo y Daemon sonrió al sentirla rozando su palpitante erección.

Tiro de ella poniendo uno de sus tobillos sobre su hombro, besando el faltante antes de replicar la acción. Rhaenyra era su complemento perfecto, su espejo y reflejo en una sola carne.

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La siguiente semana transcurrió casi del mismo modo para Rhaenyra. Envuelta en la cadencia de sus encuentros y tiempo juntos. Daemon incluso había ordenado que la mayoría del servicio tomara vacaciones, todo con el propósito de tomarla en donde le placiera. Ella había reído cuando refunfuño por no poder tenerla en la encimera y él se encargo de "educarla" placenteramente.

En ese punto era totalmente conocedora de su cuerpo y lo que un día percibió como quemaduras blancas, ahora las reconoció como la forma de un tatuaje a base de cicatrices, su tonalidad era del color de las estrías que ella misma tenía en sus caderas y cuando le pregunto si el proceso dolió él solo contesto que el motivo era mucho más tormentoso.

Peligrosa DebilidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora